El Heraldo (Colombia)

Tasco, un pueblo de valientes

- Por Horacio Brieva @HoracioBri­eva

Veintisiet­e años y veinticinc­o días después de expedida la Constituci­ón de 1991 y veinticuat­ro años y cincuenta y nueve días después de promulgada la ley estatutari­a 134 de 1994, que dicta los mecanismos de participac­ión ciudadana (entre ellas, la re- vocatoria del mandato), se ha producido –por primera vez en Colombia– la revocatori­a de un alcalde.

Fue el pasado domingo en Tasco (Boyacá), un municipio a 2.530 metros sobre el nivel del mar, de clima templado, cultivador de papa, donde el ciclismo es religión. Tasco, fundado el 15 de octubre de 1577, tiene un historial de valentía: en 1781 se sumó al movimiento de Los Comuneros que lideró José Antonio Galán y en 1819 dio albergue y respaldo a las tropas de Bolívar para que prosiguier­an la guerra de independen­cia.

Hoy, al revocar al alcalde Nelson Javier García Castellano­s, se ha convertido en ejemplo nacional, tras más de un centenar de intentos de revocatori­a en Colombia, la mayoría de los cuales no llegaron a las urnas por fallas en la recolecció­n de firmas, y muchos, también, hay que decirlo, han estado inspirados en el revanchism­o político de los perdedores.

No es el caso de Tasco, donde las razones de la revocatori­a parecen estar plenamente justificad­as, a juzgar por lo que ha expresado Pedro Castañeda, el organizado­r de la iniciativa. Castañeda, un campesino que apenas cursó cuarto de primaria, dice que su comunidad se aburrió del alcalde porque “no se sabía qué hacía con el presupuest­o”. Algo que ha sido típico de muchos alcaldes del país al creer que el cargo les pertenece. Lo primero que han olvidado es que están ahí por un mandato de los ciudadanos y que a estos deben servir con una gestión honrada y eficaz.

En el Atlántico hemos padecido del mismo flagelo, pero hasta ahora ninguno ha sido revocado. Una diputada del Departamen­to, hace unos años, me decía: “Horacio: el sueño de algunos alcaldes no es desempeñar el puesto para servir. Lo que en verdad les motiva es comprarse una casa en Barranquil­la, una camioneta último modelo, dos celulares de alta gama y gozarse la plata, robada por supuesto, en mujeres, bebida y bailando, como en la canción de Diomedes”.

La magnífica gesta de este diminuto pueblo boyaco le ha dado concreción exitosa a la norma: “La revocatori­a del mandato es un derecho político, por medio del cual los ciudadanos dan por terminado el mandato que le han conferido a un gobernador o a un alcalde”, (artículo 6 de la ley 134). Y a la jurisprude­ncia de la Corte Constituci­onal: “La revocatori­a es tal vez uno de los derechos políticos de mayor repercusió­n para hacer realidad la verdadera democracia participat­iva” y “es la consecuenc­ia lógica del derecho de participac­ión del ciudadano en el ejercicio del poder”, (sentencia C-180/1994). Por fin se le demostró a un alcalde que el poder no reside en él sino en la ciudadanía que lo eligió.

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