Casado y el rearme de la derecha española
Dos meses pueden ser una eternidad en política. En mayo, Mariano Rajoy recibió al líder de la oposición, Pedro Sánchez, en el Palacio de la Moncloa, la sede de la presidencia del Gobierno de España. Pero Rajoy ya es pasado después de la moción de censura que apartó a los conservadores del poder en junio. Así que este jueves le toca al socialista Sánchez como jefe de gobierno recibir al nuevo líder del Partido Popular (PP), Pablo Casado, en el complejo presidencial en Madrid. El triunfo de Casado en el congreso del PP hace dos semanas fue casi tan sorprendente como el ascenso al poder de Sánchez.
Con este diputado de 37 años los conservadores no solo tienen una nueva y joven cara al frente. El hasta ahora vicesecretario del partido se propone un cambio de rumbo importante. Frente al perfil más bien pragmático, y hasta tecnocrático de Rajoy, Casado promete un rearme ideológico que se traduce en un giro hacia la derecha. Defiende endurecer las leyes del aborto y se declara defensor “de la familia y de la vida, sin complejos”. Frente al desafío de los separatistas en Cataluña, Casado se pone del lado de la “España de las banderas y los balcones”, en alusión a las insignias nacionales que proliferaron en el país en reacción a las banderas independentistas que proliferaron en Cataluña. Es la carga emocional con la que el nuevo dirigente del PP intenta contrarrestar el auge de Ciudadanos, el partido de centro-derecha que había hecho suyo un así llamado patriotismo civil.
El último posicionamiento de Casado es la defensa de las fronteras españolas frente a la llegada de inmigrantes a las costas andaluzas, Ceuta y Melilla, las dos enclaves en el Norte de áfrica. El líder conservador habló de “50 millones de africanos” que pretenden entrar en Europa, sin dar ninguna fuente para esta cifra. Parece que en el Viejo Continente cunde el ejemplo de Donald Trump que suelta cualquier mentira en su cuenta de Twitter. Qué importan los hechos si la palabra del presidente estadounidense en sí misma constituye un hecho.
Todas estas manifestaciones y métodos forman parte del manual de la contrarrevolución conservadora que ha triunfado en países como Polonia, Hungría, Austria, Italia y partes de Alemania, además de EEUU. Casado admite repetidamente que se rebela contra lo “políticamente correcto” y dice hablar “sin complejos”. Es lo que conecta con mucha gente que está harta de un cierto liberalismo de otra parte de la sociedad y el discurso de los derechos sociales para homosexuales, el feminismo, el ecologismo o la acogida de refugiados.
Desde las primeras civilizaciones siempre ha funcionado la llamada a una amenaza exterior, real o inventada, para movilizar a las masas. Al parecer, Casado considera que este truco también puede valer en las urnas en España. Poco le importa que esté creando una alarma social que hasta ahora no existía. Pero el truco no siempre funciona, como mostró la aplastante derrota del Frente Nacional en Francia a manos de Emmanuel Macron hace un año.