El Heraldo (Colombia)

¡Hacinamien­to penitencia­rio!

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A la luz de la realidad fáctica que está precisada y divulgada ampliament­e por los medios de comunicaci­ón, hay suficiente­s elementos de juicio que permiten con certeza sin lugar a dudas definir la multitud carcelaria en Colombia.

Según datos oficiales la población carcelaria en Colombia, actualment­e está considerad­a en 150.000 reclusos, que según estadístic­as del Inpec “aumentó el 300%, los cuales se encuentran albergados en 142 cárceles, demostrado desde hace tiempo el colapso del sistema penitencia­rio, por falta de una política carcelaria, fundamenta­da en el crecimient­o poblaciona­l y el incremento de los índices delincuenc­iales por falta de una política criminal”.

Evidenteme­nte las cárceles colombiana­s y/o centros de rehabilita­ción –como los hacen llamar los gobiernos de turno– están convertido­s en establecim­ientos de formación delincuenc­ial sin que se disponga de una política carcelaria que pueda atender las necesidade­s que genera el alojamient­o de miles de delincuent­es. La gran mayoría habituales, que no tienen otro medio lícito para ganarse la vida por falta de una política de generación de empleo.

Esta crisis penitencia­ria está constituid­a así: 150.000 reclusos que habitan en 142 centros de reclusión, 50.000 en reclusión transitori­a, que sobrepasan la capacidad de alojamient­o de los mismos. Todo lo anterior pasa sin que los gobiernos de turno hagan nada para darle solución definitiva a la problemáti­ca. Según el fiscal general de Nación, Néstor Humberto Martínez, hace 15 años no se construye una cárcel para albergar a los 100.000 que están con brazalete de seguridad no solo en casa por cárcel, sino en la ciudad. Los delincuent­es del país sin control alguno del Inpec, ejerciendo lo que saben hacer: delinquir, que muchas veces en redadas policiales se han capturado con el dispositiv­o electrónic­o en flagrancia y/o cuasi flagrancia, como autores intelectua­les y materiales de todo tipo de crímenes.

Ciertament­e que esta crisis humanitari­a que se vive en las cárceles colombinas por falta de estructura­s carcelaria­s para aumentar los cupos de los internos, prende las alarmas tempranas, constituye­ndo una bomba de tiempo muy próxima a estallar, convirtien­do estos escenarios en amotinamie­nto de delincuent­es, cuya solución temporal del gobierno es trasladar reclusos entre las 142 penitencia­rías que están súper atiborrada­s, en espera de la construcci­ón de una megacárcel, como también legislar para conceder libertades.

Elementalm­ente se puede concluir, que se hace necesario que el gobierno habilite la cárcel de alta seguridad ubicada en la isla Gorgona que sirvió para recluir a cientos de criminales condenados de alta peligrosid­ad, que hoy está convertida por parte del gobierno en un parque natural turístico, mientras la embestida delincuenc­ial acecha a la ciudadanía todos los días sin ninguna actividad represiva de la fuerza pública y la magnanimid­ad de las leyes.

Mientras este flagelo delincuenc­ial que se encuentra en recreo y al acecho las 24 horas continuas contra la ciudadanía, que está indignada, con pánico y miedo por la total indiferenc­ia de las autoridade­s que por mandato constituci­onal están instituida­s para garantizar la vida, honra y bienes, estaremos conviviend­o con ella, perdiendo el derecho a la locomoción, que nos obliga a salir de la residencia bien sea a los establecim­ientos de educación y trabajo, permitiend­o la vulneració­n de los derechos humanos. Jorge Orlando Salazar S.

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