Días de más y de menos
Vistos desde las trincheras políticas estos días de cambio de gobierno pueden verse como días de más, si la lente es de derecha; o días de menos si es la izquierda la que califica.
Lo peor es la radicalización, esa actitud irracional, más emocional que inteligente, con que los colombianos nos atrincheramos para odiarnos. De ahí resultan males como los asesinatos de líderes sociales, los torrentes de agravios, los rumores malintencionados, las calumnias y mentiras en las redes sociales, y ese ambiente de indignación contenida que en cualquier momento puede explotar.
Nadie quiere eso, pero es lo que unos y otros propician con las más variadas justificaciones: que la violencia ha mutado, pero ahí se ha quedado; que la justicia se ha politizado después de haberse corrompido; que nadie puede estar sobre la ley, y así en una historia sin fin dictada por los odios acumulados y a punto de desbordarse.
Sin embargo, estos son días cargados de oportunidades. Es oportunidad la posibilidad de una oposición poderosa, con instrumentos legales para estrenar y con la posibilidad de mantener una fiscalización y contrapeso en el funcionamiento de las instituciones, que haga de la oposición un factor de democratización.
Es oportunidad la presencia de la mujer en el gabinete ministerial, como nunca antes había sucedido y como coyuntura propicia para demostrar su potencial en las tareas de gobierno.
También es oportunidad el nuevo ambiente de la paz. Es un hecho que la entrega de armas de las Farc y su conversión en partido político son factores reales y nuevos que han originado acontecimientos positivos como la disminución de las muertes por violencia, –el hospital militar, por primera vez en muchos años, registra la disminución radical de militares heridos o muertos–, las elecciones presidenciales transcurrieron en paz; en la vida del país ha sido notorio el cambio: creció el número de turistas, aumentó la inversión atraída por el nuevo clima, a pesar de la aparición de los grupos de disidentes y de criminalidad organizada. Son hechos que hacen de estos unos días de más y que, reconocidos, se pueden calificar como herencia positiva del gobierno que termina.
Son positivas las expectativas con que se ha iniciado el nuevo gobierno. Con razón o sin ella, ha sido señalado como de escasa independencia, lo cual se le convierte en un reto para cumplir sus promesas hechas al país el día de su triunfo electoral: trabajo por la unidad nacional, creación de un ambiente de conciliación; el anuncio de una política que no se movilizará con dádivas, compadrazgos y sobornos a congresistas y políticos. De hacerlo así, el nuevo gobierno inauguraría una forma nueva de hacer política.
Habría que agregar, como positiva, la oportunidad para la prensa, de abrir nuevos caminos, presentidos en el debate autocrítico de estos días sobre su desempeño en las elecciones y, sobre todo, en la tempestad informativa alrededor de las decisiones de la Corte sobre el expresidente Uribe. Una prensa respetuosa de las diferencias, de la presunción de inocencia, independiente y convencida de su papel en la sociedad y de su influencia, completaría el perfil de estos como días de más para todos.