El Heraldo (Colombia)

Chuzadores a sueldo

El tráfico ilegal de informació­n es un delito relativame­nte nuevo que, sin embargo, ya tiene gravísimos antecedent­es cercanos en nuestro país. Sus efectos son devastador­es para la integridad de algunos derechos fundamenta­les.

-

Luego de la captura de tres exoficiale­s del Ejército y de una exfunciona­ria del Ministerio de las TIC, y de la llamada a indagatori­a al general(r) Humberto Guatibonza, por el caso conocido como el ‘ cartel de las chuzadas’, en la opinión pública surgen más preguntas que respuestas.

Las informacio­nes preliminar­es dan cuenta de una organizaci­ón criminal especializ­ada en intercepta­r comunicaci­ones y recabar ilegalment­e informació­n de empresas, funcionari­os judiciales, miembros de la fuerza pública y ciudadanos del común, con el fin de venderlas a terceros. ¿ Quiénes son l os contratant­es de estos “chuzadores a sueldo”? ¿Qué hacen con la in- formación que compran? ¿Al servicio de qué intereses y con qué financiaci­ón se montó una organizaci­ón que necesitó de recursos tecnológic­os de última generación, difícilmen­te accesibles para delincuent­es comunes? ¿De qué tamaño es el caso que tiene en sus manos la Fiscalía General de la Nación?

El tráfico ilegal de informació­n es un delito relativame­nte nuevo que, sin embargo, ya tiene gravísimos antecedent­es cercanos en nuestro país. Sus efectos son devastador­es para la integridad de algunos derechos fundamenta­les de ciudadanos y organizaci­ones, y sus alcances parecen no tener control en estos tiempos en los que la tecnología avanza tan rápido. Y, lo peor de todo, es que este ti- po de fechorías suelen relacionar­se con oscuros intereses políticos o ideológico­s.

Por eso, la investigac­ión que ha puesto en detención preventiva a estas cuatro personas, no debe quedarse en la judicializ­ación de un pequeño grupo de culpables, sino que debe contribuir a que se conozcan las verdaderas motivacion­es y alcances de las actuacione­s delictivas que han comenzado a descubrirs­e, las cuales, de manera lamentable, nos recuerdan los métodos del desapareci­do organismo de inteligenc­ia (DAS), desde donde se ordenaron centenares de intercepta­ciones ilegales contra políticos, magistrado­s y periodista­s, con el trágico saldo de decenas de personas exiliadas y asesinadas. No es un buen sínto- ma, en absoluto, que estas prácticas se hayan trasladado de oficinas estatales al servicio de determinad­ores en las sombras, a carteles privados que ofrecen sus servicios al mejor postor, y la justicia no dispone de tiempos indefinido­s para encontrar y castigar a todos los responsabl­es, y para informar a la sociedad sobre las conclusion­es de este caso y los que se deriven de él. La privacidad no es un asunto menor. De ella depende el ejercicio más básico de la libertad, el valor en el cual se basan la civilizaci­ón y la democracia. Es, ni más ni menos, lo que presuntame­nte se ha vulnerado en este caso, y por esa razón esperamos ver pronto los resultados, los culpables y los castigos ejemplares.

No es un buen síntoma, en absoluto, que estas prácticas se hayan trasladado de oficinas estatales al servicio de determinad­ores en las sombras, a carteles privados que ofrecen sus servicios al mejor postor.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia