Así funciona el cerebro de un líder
Trabaja en Zúrich, estudió en Alemania, nació en Ciénaga y es uno de los investigadores que busca revelar los secretos de la toma de decisiones.
El científico cienaguero Rafael Polanía, profesor del intituto ETH de Zurich, explica a EL HERALDO la investigación que publicó con un equipo en ‘Science’.
Cuando se habla del cerebro humano se relaciona su estudio con neurólogos u otros especialistas de la medicina, y al mencionar la palabra ‘líderes’ se asocia con los llamados ‘coaches’. Unir estos dos conceptos en una investigación que determina la actividad y conectividad de una red cerebral en los líderes fue la misión de un grupo de expertos dentro de los que se encuentra el cienaguero Rafael Polanía.
No es un médico colombiano como muchos pensarían. Se trata de un ingeniero electrónico que desde que cursaba el pregrado, en Bogotá, descubrió su pasión por la relación entre los circuitos digitales y cómo funciona el cerebro. Lo que empezó con cursos en psicobiología y neurociencias para entender un poco más, ha llegado a un doctorado en Alemania e investigaciones en Suiza.
Polanía hizo parte del artículo de investigación publicado en la revista Science este mes en el que se analizan los comportamientos neurobiológicos en los cerebros de las personas y se busca un determinado marcador que indica su liderazgo. El primer paso para futuras investigaciones.
Lo primero para comprender todas las investigaciones desarrolladas por este cienaguero –que entre risas confiesa “haber perdido el acento costeño” al cambiarlo por el bogotano–, es entender las preguntas que se formulan los expertos antes de comenzar los análisis científicos.
“Esas preguntas resultan de poder entender comportamientos cotidianos en las personas. Por ejemplo, por qué cuando escuchas la alarma te levantas, tomas una ducha, desayunas. Por qué decides ir al trabajo en carro o transporte, saludar a tu jefe o colegas. Todo ese comportamiento tiene un origen y es muy probable que sea neurobiológico. Buscamos tratar de entender y explicar desde el punto de vista neurobiológico cómo nos comportamos”, asegura Polanía desde su oficina en Suiza en entrevista con EL HERALDO.
¿Alguna vez se ha preguntado por qué su color favorito es el azul, por ejemplo? ¿Por qué prefiere una cerveza a una taza de café cuando está en la playa? Decisiones de las que en algún punto no somos conscientes, pero que van ligadas a una actividad cerebral específica, en esta oportunidad llevada al liderazgo.
RESULTADOS EN OTROS. La investigación señala que las decisiones tan diversas como enviar soldados
campo de batalla o elegir un colegio para su hijo comparten un atributo básico: asumir la responsabilidad del resultado de los demás. Es justamente esa característica de tomar decisiones que pueden tener resultado en el yo, pero también en el otro, la que determina un líder.
Fácilmente la palabra líder se puede asociar al campo de la política o a un jefe de una empresa, sin embargo Polanía es claro en contar que el liderazgo puede abarcar desde aquellas personas que dirigen a un país e ir bajando el nivel hasta quienes manejan una empresa, más abajo en profesores en una clase de colegio y pensar en padres de familia.
La misión de los investigadores fue identificar los mecanismos subyacentes conductuales, computacionales y neurobiológicos que determinan la elección de asumir la responsabilidad sobre los demás. Esto se realizó al implementar lo que se llama paradigmas de comportamiento, en el cual se pueda hacer la descomposición de cada elemento de una decisión.
“Si eres una persona que te gusta el riesgo, si le das valor a las cosas, prefieres compartir con otros o eres egoísta. El paradigma descompone este tipo de comportamiento de liderazgo y per-
mite estudiar más a fondo por qué unos son más líderes que otros”, indica.
Una vez se puedan descomponer estos tipos de comportamiento en estos pequeños elementos, se combina con métodos de imagenología neuronal como la resonancia magnética funcional. “Permite entender cómo estos elementos que forman el comportamiento grande, en este caso el liderazgo, se correlacionan con la actividad neuronal”.
A este punto ya los expertos lograron ‘entrar’ en el cerebro. Descubrir cómo funciona y se conecta en determinadas situaciones asociadas al liderazgo y establecer un marcador que determina lo que ellos denominaron “aversión a la responsabilidad”, es decir, una relación que indicaba que a menor aversión se tenía un puntaje de liderazgo más alto.
CAMBIOS. Si todos los seres humanos poseemos el mismo cerebro, ¿qué cambia entre un líder y una persona que no lo sea?
La respuesta incluye unos procesos en cadena en los que cambia la conectividad neuronal entre varias regiones del cerebro.
“Hay ciertas zonas encargadas de analizar los valores en cierto tipo de situaciones, qué tanto valor tiene un tipo de decisión u otra. Hay otras regiones que se encargan de analizar cuáles son las consecuencias de tu decisión para ti o un grupo, mientras que hay otras que son más emocionales, reaccionan al nivel emocional de la situación”. Si es líder o no, depende de qué tan bien estas regiones del cerebro interactúan.
No se trata de que el cerebro funcione de una mejor forma, sino diferente. “En comportamientos tan básicos como que sepas distinguir un color de otro, no quiere decir que el cerebro funcione mejor sino que de pronto se ha adaptado a la circunstancias.
Está, por llamarlo de alguna forma, cableado de una manera diferente, conectado de otra manera. En el caso de los líderes unos son más líderes otros menos, unos son más responsables y otros menos. El cerebro está interactuando de una manera diferente”, indica
Polanía.
El estudio se realizó en dos grupos. Un primero donde no se realizó la parte neurocientífica, allí la intención era tratar de descomponer este proceso cognitivo de liderazgo. Después realizaron una réplica porque, sostiene Polanía, es importante saber que algo que se encontró no fue por suerte o casualidad sino algo robusto. “La réplica la hicimos en un escáner de resonancia magnética en donde los voluntarios hicieron la tarea en un escáner”.
Es importante destacar que en este estudio se está distinguiendo. “Lo que encontramos fue un patrón general de quiénes son líderes o no. Lo interesante es que sin importar el tipo de líder o nivel de liderazgo el marcador neurocomputacional que encontramos es general”.
APLICACIÓN. Se trata de una investigación que abre la puerta a futuras preguntas como: ¿nacemos o nos hacemos líderes?, ¿la neurobiología está hecha desde que nacemos o si se forman por el nivel de interacción que ciertas personas tienen en la sociedad? Otra futura investigación iría relacionada a cómo aprendemos a adaptar este tipo de liderazgo deal pendiendo de la sociedad en la que vive.
“Hay personas que nacen en un medio democrático, entonces ¿cómo cierto tipo de líderes tienen algo que es diferente al tipo que son un poco más totalitarios? Podrían ser así porque se han desarrollado en áreas diferentes”, advierte Polanía.
Es bastante amplia la aplicación. Una de ellas, dice el investigador, es si se puede detectar lo que sería patología de liderazgo en el entorno familiar. “Padres de familia que no saben cómo lidiar a sus hijos. No es que no puedan ser buenos guías a sus hijos simplemente porque no son educados o por el entorno social o porque la neurobiología de ellos está hecha de una forma diferente”. Es claro al decir que eso tiene implicaciones éticas dramáticas y puede ser un tema un poco sensacionalista, “pero la realidad es esa. Puede haber personas que no pueden guiar a sus hijos porque la neurobiología no lo permite”.
OTRAS INVESTIGACIONES. Desde que se empezaron a formar los conceptos, esta investigación del liderazgo tomó unos cuatro años en llegar a su publicación. Tiempo en el que Polanía publicó otro estudio hablando de las ondas cerebrales que están detrás de la indecisión, diferente y alejado al de los líderes.
“La indecisión de la que hablamos en ese estudio es más que todo simple, como cuando vas a un restaurante y ves el menú. A veces le cuesta a la persona decidirse, incluso una vez tomada la decisión dices que querías otra cosa. Cómo tu cerebro se encarga de decidir en un momento dado qué es lo que quieres comer”, explica.
¿Cómo funciona en este proceso el cerebro?, ¿qué lleva a escoger una pizza por encima de una hamburguesa? La respuesta es: Cuando se aprende que algo gusta más que otra cosa.
“La manera como funciona puede ser que nacemos con eso, que hay señales visuales o sensoriales que hacen que quieras o prefieras algo más. Pero otras son por aprendizajes, aprendes que algo te gusta o no una vez lo pruebas”, advierte.
Desde el nacimiento se empiezan a recibir todas esa señales y se reflejan y acumulan en procesos de memoria, “que una vez te encuentras en un ambiente con esa señal de nuevo lo que tu cerebro hace es tratar de reconocer y recordar qué tanto te gustó y qué tan emocionante fue eso. Es más proceso de memoria y asociación lo que empieza a darle valor a las cosas”, finaliza.