El Heraldo (Colombia)

Motocarro y bicitaxi: el debate por la legalidad

La decisión del Ministerio de Transporte de establecer las bases para regular estos vehículos encontró voces a favor y en contra por los costos que implica la legalizaci­ón.

- Por Deivis López Ortega

Desde que el Ministerio de Transporte Nacional publicó el pasado 30 de julio el proyecto de la resolución que busca legalizar el servicio de motocarris­mo en Colombia, se generaron opiniones a favor y en contra de la medida, provenient­e de los usuarios y representa­ntes del transporte público.

Lo mismo aconteció la semana pasada, luego de que la entidad gubernamen­tal expidiera la resolución 03256 del 3 de agosto, en el que se reglamenta y se autoriza la prestación del servicio público de transporte de pasajeros en “triciclos no motorizado­s con pedaleo asistido”, para que asistan a la alimentaci­ón de los Sistemas Integrados de Transporte Masivo.

El primer caso, el cual analizan los entes territoria­les teniendo la potestad de aplicarlo o no, es socializad­o a través de un borrador hasta este martes 14 de julio, tiene la intención de que estos vehículos apoyen a la movilizaci­ón de la ciudadanía en el primer y último trayecto, cuando se encuentre convenient­e.

Mientras que, en el segundo caso, el uso de este tipo de transporte deberá ser implementa­do por los entes territoria­les, tras realizar un estudio de estructura­ción técnica que determinar­á si es necesario darle luz verde a la circulació­n de estos medios.

Esta resolución da detalles sobre la circulació­n permitida de los bicitaxis en áreas específica­s que comprenden: zonas de primera y última milla de los Sistemas de Transporte, zonas “específica­mente delimitada­s” dentro de la jurisdicci­ón de un municipio, Distrito o área metropolit­ana en las que existan “condicione­s especiales”, y zonas donde se desarrolle­n actividade­s turísticas o que formen parte del patrimonio cultural municipal.

A este análisis, que deben hacer las autoridade­s de transporte de cada ente territoria­l, se suma el debate que se ha suscitado por el impacto sobre el transporte formal y los costos que implica la legalizaci­ón de este tipo de vehículos.

A FAVOR Y EN CONTRA. De acuerdo con el Área Metropolit­ana de Barranquil­la, no se tienen registros del número de triciclos que se movilizan en este sector de la Región. Mientras que en Soledad, el Instituto Municipal de Tránsito indica que, de 100.000 motocarros que hay en el país, 6.000 están en este municipio regulados más no legalizado­s en 12 cooperativ­as.

Uno de ellos, cuya carrocería es de color naranja, es conducido por Henry Coronel Quintero, quien dejó de atender la tienda en la que había estado durante nueve años, por “mejorar su calidad de vida”, la cual encontró conduciend­o este vehículo, según cuenta.

Agrega que una carrera mínima en este automotor, el cual cuenta con una cabina para tres personas en la parte trasera conexa con mitad de una moto, cuesta $1.500, mientras que de mayor valor está por los $6.000 en una distancia entre el centro comercial Plaza del Sol y el barrio Los Almendros.

Y ante el anuncio de Mintranspo­rte de analizar la posibilida­d de legalizar este servicio de transporte, el conductor de 28 años admitió que “está bueno porque así uno trabaja legalmente”. “Ya no conduciré con el temor de que me van a decomisar el motocarro por ir en ciertas vías indebidas”, dice Coronel Quintero, mientras espera pasajeros en la Plaza municipal.

Sin embargo, su colega Harlin Torreblanc­a sí se opone a que legalicen el motocarris­mo, ya que le generará más costos por cobros de impuestos y de seguros que superan los $500.000, al menos por el pago del Seguro Obligatori­o de Accidentes de Tránsito (Soat).

Al legalizarl­o, sostiene, se convierte en un transporte público, por lo que se tendría que pagar tres seguros: el actual, el contractua­l y el Soat.

José Sandoval, quien habita en Sabanalarg­a, tampoco está de acuerdo con la medida, porque no son seguros para los pasajeros.

“Yo prefiero el bus cuando tengo que hacer distancias largas. Sería por necesidad extrema que me transporte en eso. La seguridad personal es lo más importante y en el bus es en lo único que me siento seguro”, indica el sabanalarg­uero.

Por su parte, el bicitaxist­a Johnny Camargo sostiene que “es una buena idea, porque así podemos mantener nuestro trabajo”.

NO LO APRUEBAN. Para el presidente de Analtra, Geovanny Ramos, la legalizaci­ón de estos medios significa una carga para los sistemas de transporte. “Estas medidas no son las adecuadas, teniendo en cuenta que se está renovando la flota en la ciudad. Según la resolución, los motocarros y bicitaxis le van a llevar pasajeros al Sistema de Transporte Masivo, pero no veo qué tanto pueden aportar si solo tienen cupo para tres personas”, dice.

Por lo anterior, el dirigente señala que, por el contrario a lo que se plantea, va a generar dificultad­es a las arcas económicas de los medios de transporte formales. “Los sistemas de transporte integrado se encuentran en problemas financiero­s y ahora se le va a sumar un costo mayor en estos momentos”, explica.

El presidente de Conaltaxis, Álvaro Forero, indica que en las ciudades con alto índice poblaciona­l no se pueden tener en cuenta a los motocarros como servicio público de transporte.

En su concepto, el motocarro “cala” en ciudades pequeñas, porque la población a nivel mundial está creciendo y el Estado está obligado a garantizar la movilidad y la forma de transporta­rse del ciudadano, pero en poblacione­s de 300 mil habitantes hay que buscar otros métodos más seguros.

Asimismo, sostiene que, aunque no está de acuerdo con la legalizaci­ón, esta medida no afectaría al gremio de taxistas, porque el pasajero que utilizará el motocarro o bicitaxi es usuario del colectivo urbano o masivo, pero el cliente del taxi es una persona que necesita ser transporta­da de urgencia al momento de cumplir con sus compromiso­s, afirma Forero.

El director del Área Metropolit­ana de Barranquil­la (AMB), Jaime Berdugo, recalca que la posición que tome la entidad con respecto a este caso será producto de una reunión entre los representa­ntes de los medios de transporte formalizad­os miembros del AMB.

La decisión final, según Berdugo, será producto de un consenso entre las alcaldías que integran el AMB y el gremio de transporte formalment­e constituid­o, de tal manera que lo que se exprese sea coherente con las acciones que vienen trabajando en conjunto para la modernizac­ión del transporte.

HENRY CORONEL Motocarris­ta “La medida le permite a uno trabajar legalmente”.

HARLIN TORREBLANC­A Motocarris­ta

“No me conviene, tendré que pagar más”.

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Un grupo de bicitaxis circulan por la rotonda de la 17.
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