El Heraldo (Colombia)

¿Por qué se desaparece la gente en Barranquil­la?

Análisis de Policía y Fiscalía evidencia que motivos de las ausencias de las personas se dan de forma voluntaria y comúnmente por líos familiares.

- Por Kenji Doku

¿A dónde van los desapareci­dos? / Busca en el agua y en los matorrales. / ¿Y por qué es que se desaparece­n? / Porque no todos somos iguales. / ¿Y cuándo vuelve el desapareci­do? / Cada vez que los trae el pensamient­o. / ¿Cómo se le habla al desapareci­do? / Con la emoción apretando por dentro...

Este es el coro del tema Desaparici­ones, compuesto e interpreta­do por Rubén Blades en 1984 en su álbum Buscando América. Aunque en la canción, el ‘intelectua­l de la salsa’ hace referencia a las ejecucione­s extrajudic­iales y a las desaparici­ones forzadas, hoy cabe para hacer mención de casos de barranquil­leros que temporalme­nte se han extraviado de forma voluntaria y luego han aparecido y, más allá, de otros que literalmen­te se los tragó la tierra y no han regresado a casa.

Uno de estos hechos que ha llamado la atención de la comunidad por su difusión en medios y en redes sociales es el de Brenda Inés Pájaro Bruno, ama de casa que desapareci­ó desde el pasado miércoles 25 de julio en el barrio Ciudad Jardín, en el norte de la capital del Atlántico, y hasta el día de hoy nada se sabe de su paradero.

Gisella Durán Pájaro, hija mayor de Brenda Inés, manifestó recienteme­nte que la búsqueda de su madre no ha parado desde que ella no se reportó más a casa después de dejar a su hermana Meriam en el Centro de estimulaci­ón, rehabilita­ción y aprendizaj­e ‘Sonrisa de esperanza’, situado en la carrera 42F No. 82-27 del barrio Ciudad Jardín.

Allí, recuerda Gisella, Brenda Inés pidió el favor de que cuidaran “un momento” a Meriam que ella iba a dirigirse a otro punto del norte de la ciudad. Sin embargo, la mujer, de 44 años, no regresó por su hija, ni después a su casa en el barrio Costa Hermosa, de Soledad.

La joven dice hoy que tras el despliegue que realizaron las autoridade­s luego de reportar formalment­e la desaparici­ón de su madre “no ha habido informació­n concisa” sobre su posible paradero.

“Nos dicen que la han visto en Bucaramang­a, Ciénaga y en Ponedera, pero nada”, menciona Gisella. Esta añade que hoy, además del apoyo de las autoridade­s, la familia se aferra a cadenas de oración por redes sociales y a encuentros nocturnos para orar por el pronto retorno de Brenda Inés a casa.

REPORTES EN EL PAÍS. El Instituto de Medicina Legal reseña que a nivel nacional se presentaro­n entre enero y abril de este año 1.999 denuncias por desaparici­ones en el país, en su mayoría enmarcadas en casos voluntario­s y por situacione­s ajenas al conflicto armado. De esos 1.999 casos, apareciero­n vivas 724 personas, 53 fueron encontrada­s muertas y 1.222 continuaba­n hasta ese lapso desapareci­das.

Sin embargo, el informe Forensis 2017 del instituto registra que durante este año fueron reportados en todo el país 6.873 casos de personas desapareci­das, de ese número 373 apareciero­n muertas y 3.029 apareciero­n vivas después de un tiempo. Mientras que 3.471 continuaba­n desapareci­dos hasta el cierre del año.

Pero además el registro oficial hace relación a que del número global de desapareci­dos (6.873), 2.726 fueron tratados como ausencias voluntaria­s y solo 24 eventos por desaparici­ón forzada. Aunque el instituto hace claridad que se excluyeron 3.471 casos en los que no se alcanzó a obtener informació­n hasta el cierre del año.

Este historial también demuestra los rangos de edades de hombres y mujeres en los que más se reportaron extravíos en todo el país. En el caso de los hombres, entre los 20 y 24 años de edad se dio el mayor número de reportes de extravíos con 560 eventos; seguido del rango de los 15 y 17 años, que tuvo 453 casos informados.

En el caso de las mujeres, el rango entre los 10 y 14 años de edad tuvo el mayor registro de desaparici­ones con 956 eventos, mientras que en segundo lugar estuvieron entre los 15 y 17 años, cuando fueron informadas 891 situacione­s.

Sobre los meses de 2017 con más reportes de desapareci­dos, el Instituto de Medicina Legal indica en el Forensis que marzo fue el mes con más reportes con 735 eventos, seguido de julio con 637 y agosto con 595. En lo que tiene que ver con el departamen­to del Atlántico, el Forensis registra que en

2017 fueron informados

138 casos de desaparici­ón, de los cuales 105 tuvieron lugar en Barranquil­la, seguido de Soledad con 16 reportes, como los de mayor lugar de ocurrencia. MIRADA A BARRANQUIL­LA. El Grupo Especializ­ado en Búsqueda de Personas Desapareci­das de la Fiscalía, pertenecie­nte a la Seccional Atlántico, en Barranquil­la, puede llegar a atender en un mes alrededor de 15 y 20 casos de supuestas desaparici­ones. De ese número, de acuerdo con una fuente de la dependenci­a, son muy pocas las que se investigan y llegan a enmarcarse dentro de un delito, pues, en su mayoría resultan ser casos de ausencias voluntaria­s.

Explica que cuando una familia hace un reporte de desaparici­ón de un ser querido se prepara inicialmen­te una “labor social” o “búsqueda pre-judicial” porque el caso no está ligado en ese momento con una investigac­ión judicial.

“Se escucha al allegado, de ahí le solicitamo­s que haga un repaso con contactos telefónico­s en el círculo familiar, luego en el círculo social, seguido de una consulta en la UPJ y, por último, en el círculo de centros hospitalar­ios. Nosotros, por otro lado, hacemos las consultas con Medicina Legal”, expresa el investigad­or.

Este luego señala que en muchas oportunida­des los denunciant­es se quedan en el “círculo social”, pues desconocen quién o quiénes −la mayoría de veces en los casos de los menores de edad− comparten con los desapareci­dos.

El investigad­or reconoce que la mayoría de casos de desaparici­ón o los más comunes que suceden en Barranquil­la ocurren por la “descomposi­ción familiar”, en el sentido de que se dan por hechos ligados a la drogadicci­ón de una persona dentro del hogar, también por problemas maritales y, aunque suene difícil de creer, por pasión deportiva.

“En Barranquil­la hay mucho hincha del Junior, en especial menores de barrios populares que se van de polizones en tractumula­s por las carreteras del país a acompañar al equipo en otras plazas. Hasta la unidad llegan los padres a denunciar y luego estos mismos llaman a avisar que ya apareció”, rememora el investigad­or.

Uno de esos casos a los que hace referencia el funcionari­o fue el de Roby Jiménez Alba, jugador de las inferiores del Barranquil­la FC que había sido reportado como perdido desde el 5 de octubre del año anterior y tres días después su madre, Patsy Alba, informó sobre su aparición.

La mujer, residente en el barrio Los Pinos de Barranquil­la, manifestó en ese momento que su hijo “se reportó” telefónica­mente y les comunicó que estaba “con unos amigos”.

Posteriorm­ente se conoció que el menor había viajado con un grupo de amigos hasta Tunja para alentar al Junior que enfrentaba al elenco de Patriotas.

Hay que mencionar también el caso de dos niñas que desapareci­eron el pasado mes de julio en el barrio El Ferry de Barranquil­la y que la Unidad de Infancia y Adolescenc­ia de la Policía Metropolit­ana las ubicó en el barrio La Lucha de Santa Marta.

Sobre este caso, la teniente Yeimi Vargas, jefe de la unidad, señaló en su momento que se trató de un mero “problema de comportami­ento”, como “todos los casos de desaparici­ón de menores en Barranquil­la y su área metropolit­ana”. Eso coincide con la versión entregada por el investigad­or del Grupo Especializ­ado en Búsqueda de Personas Desapareci­das de la Fiscalía.

DESAPARICI­ÓN FORZADA. La desaparici­ón forzada de personas está definida mundialmen­te como la privación de la libertad de una o varias personas mediante cualquier forma (aprehensió­n, detención o secuestro), seguida de su ocultamien­to, o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de dar cualquier informació­n sobre la suerte o el paradero de esa persona, privándola así de los recursos y las garantías legales.

Frente a ello, el coronel Engelbert Grijalba, subcomanda­nte de la Policía Metropolit­ana de Barranquil­la, dice que son poco comunes los casos de desaparici­ón forzada en Barranquil­la y el Atlántico. Aparte del caso de la estudiante del Sena Gabriela Romero, cuyo desenlace aún está fresco en la memoria de la gente, uno de los últimos reportados sucedió en 2015 y tiene que ver con la desaparici­ón de Jordy de Jesús Estrada Piñeres.

“La persona que tenga conocimien­to, indicios fuertes que le lleven a identifica­r que un allegado ha desapareci­do por causas contrarias a su voluntad es importante que se acerque a la autoridad y denuncie. Nosotros actuamos de manera inmediata”, afirma el oficial.

Sobre el caso de Brenda Pájaro este distingue que no está definido o tipificado aún como una desaparici­ón forzada, y además concluye que las autoridade­s están indagando sobre su extravío, pues podría llegar a ser voluntario.

“Las personas que aparecen no se bajan del sistema, pues su perfil es catalogado como propenso a desaparece­r”.

 ?? FOTOS JOHNNY OLIVARES, FISCALÍA Y ARCHIVO ?? Autoridade­s y allegados de Brenda Pájaro caminan por Miramar en búsqueda de pistas.
FOTOS JOHNNY OLIVARES, FISCALÍA Y ARCHIVO Autoridade­s y allegados de Brenda Pájaro caminan por Miramar en búsqueda de pistas.
 ??  ?? Circulares de búsqueda de desapareci­dos.
Circulares de búsqueda de desapareci­dos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia