Comenzó el ‘patraseo’ a decisiones de Santos
No habían pasado 24 horas desde que el presidente Duque se colocara la banda oficial en el pecho cuando comenzaron las reuniones producto de la presión o lobby realizado por los interesados en que dos medidas, muy importantes y justas, sean revisa- das y, por tanto, modificadas: el trazado ampliando la cobertura de la línea negra en relación a los territorios indígenas y raizales y la aceptación de Palesina como un estado de derecho.
Comienzo por el derecho legítimo que tiene Palestina, firmado por la ONU, a existir como estado pleno en derecho frente a las demás naciones del mundo y el interés de Israel en mantenerlo solo como territorio con asentamientos humanos dentro de su territorio, lo que le permite a sus gobernantes realizar una serie de actividades invasivas de ese espacio, como ha sido, por ejemplo, el declarar a Jerusalem capital de Israel, burlando lo establecido durante años que consideraba a esa ciudad santa como un territorio religioso de las religiones unicistas. Han sido muy veloces los funcionarios de la embajada isaelí que se reunieron el viernes con la vicepresidenta Ramírez, quien prometió llevar la solicitud-queja al presidente y a la cancillería. La verdad, eso se lo debía el presidente Santos a Palestina desde hacía 10 años, y aunque fue tardía su decisión de firmar esa declaración es apenas justa y ojalá inmodificable, porque en ese litigio entre hermanos que no se reconocen, ambos tienen igual derecho a permanecer en el suelo que ocupan y ni uno ni otro tiene derecho a expulsar al otro.
Con la misma velocidad y al día siguiente de su posesión, Duque recibió a los representantes de las asociaciones de agricultores y cultivadores de banano (SAC y Augura) quienes consideran que la ampliación de la invisible línea negra es un grave perjuicio para el desarrollo de varios departamentos, específicamente La Guajira, Cesar y Magdalena, los cuales rodean a la Sierra Nevada de Santa Marta, donde residen etnias como los arsarios, kankuamos, wiwa y los arhuacos, que viven en pie de lucha pacífica defendiendo sus lugares sagrados y solicitan que se les consulte debidamente el diseño y establecimientos de proyectos de desarrollo dentro de ese espacio (algo que no se hace de verdad), para que lo uno no estropee el valor de lo otro. Lo más gracioso es que el mismo documento de ampliación de la cobertura invisible de la línea negra indica que no tendrán obligación de consultar a las etnias y podrán desarrollar toda clase de infraestructura para apuntalar el progreso de esos departamentos.
Son dos casos que dejan mal parado al gobierno de Santos por su tardanza en tomar justas medidas y hacerlo al corte de su último periodo, lo que permite, como lo estamos viendo, que el nuevo gobierno les dé la vuelta o los desaparezca después de una labor diplomática de 10 años tanto del gobierno palestino como de las étnias indígenas. Comenzó el patraseo.