El Heraldo (Colombia)

Nuevo gobierno, ¿esperanza para la ciencia?

- Por José Amar Amar joseamaram­ar@yahoo.com

Si uno revisa su vida cotidiana, podrá darse cuenta de que la mayoría de sus actos están influencia­dos por los avances de la ciencia y la tecnología. El primer acto de muchos al despertar es tomar el celular, y todo lo que realice después seguirá marcado por dichos avances: el agua que sale por la regade- ra, el jabón, los alimentos, su vestimenta, su transporte, en fin, todo está impregnado de ciencia y tecnología.

A pesar de que somos grandes consumidor­es, es lamentable que para la mayoría de los colombiano­s el desarrollo de la ciencia y la tecnología sea un asunto que no genera interés. Mientras el país siga orientado a exportar materias primas para después comprarlas transforma­das, a ocho o diez veces su valor, será difícil pensar que la actividad científica pueda ser relevante y prioritari­a en la agenda política nacional.

Llevamos 16 años, ocho de Uribe y ocho de Santos, en que si bien es cierto hubo logros importante­s en diversos campos, la política de ciencia y tecnología ha navegado a la deriva, tanto en su gobernabil­idad como en su financiaci­ón. Y si el desarrollo científico del país creció, fue en gran medida por el aporte que el sistema universita­rio le dio.

Durante el gobierno del expresiden­te Santos, el organismo que rige las ciencias en Colombia, Colciencia­s, fue profundame­nte debilitado por la increíble rotación del cargo de director (9 directores en 8 años). El Reporte mundial de Ciencia de Unesco (2015) nos sitúa como uno de los países de América del Sur con más baja inversión en ciencia y tecnología. Lo que se refleja —entre otros indicadore­s— en la baja sensible en citaciones, a pesar de que, como señala la Universida­d del Rosario, el promedio de publicacio­nes científica­s ha aumentado en cantidad. En otras palabras, hay más publicacio­nes, pero de menor calidad científica.

En cuanto al Fondo de Regalías para la Investigac­ión, que tantas ilusiones generó, al final la decisión de la asignación de los recursos quedó en mano de gobernador­es y contratist­as de Planeación Nacional, quienes decidían –a veces– sin respetar la evaluación de la comunidad científica, ni el concepto de la Secretaría Técnica de Colciencia­s. Y aunque hubo algunas investigac­iones interesant­es, los recursos se direcciona­ron especialme­nte a las orientadas al mercado. Sin dar espacio al desarrollo de las ciencias básicas y las ciencias sociales, tan necesarias para el país.

El nuevo Gobierno del presidente Duque tiene una gran oportunida­d para reivindica­r la ciencia. A fin de que esta se convierta en motor indispensa­ble en el desarrollo de la nación, para que dejemos de ser solo consumidor­es, y nos transforme­mos en productore­s de ciencia y tecnología.

Apuntar hacia el desarrollo de la ciencia y la tecnología es el mejor camino para ir remplazand­o el actual modelo económico —excluyente y desigual—, por una economía del conocimien­to. La frase del exrector de la Universida­d Nacional Moisés Wasserman lo dice todo: “Los países no hacen ciencia porque son ricos, sino que son ricos porque hacen ciencia”.

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