¡Felicitaciones!
Hace pocos días terminaron en esta ciudad los Juegos Centroamericanos y del Caribe con un éxito total en la práctica de los deportes, en la estructura, diseño y funcionamiento de los escenarios habilitados, en la logística difícil y muy bien manejada, en el alojamiento, acompañamiento, asistencia, alimentación y transporte. Un verdadero jonrón con bases llenas y calificación triple A para los organizadores, comenzando por el alcalde Alex Char, su equipo humano y por los ejecutores de este certamen, encabezados por Daniel Noguera y sus múltiples asesores y acompañantes que se entregaron ciento por ciento a una jornada que fue sencillamente inolvidable, inclusive desde su propia inauguración, y en su clausura vimos verdaderas exposiciones de arte auténtico, fraternidad y alta tecnología.
Quienes hemos tenido la fortuna de asistir a eventos de esta naturaleza en sitios digamos lejanos y selectos, podemos entender que estos espectáculos de apertura y cierre no tienen nada que envidiarle a los más sofisticados escenarios de fama mundial. Esto solo se demuestra con una frase sencilla, pero que encierra toda una filosofía de acción y pujanza: ¡Sí se puede! Y como sí se pudo ahí quedan estos juegos para la historia, para el recuerdo y para que nos sirvan de estímulo para mantener escenarios y redoblar los esfuerzos en la juventud para la práctica de muchos deportes. No es un invento nuestro afirmar que el deporte es una de las armas más poderosas para proteger a la juventud de los vicios, la flojera y la depresión.
Todo lo anterior despertó en nosotros la curiosidad periodística siempre latente que busca medir el aceite en todas las situaciones. Escogimos 90 personas extranjeras de todas las edades, entre ellas 40 deportistas participantes, el resto periodistas, acompañantes, directivos y cuatro padres de familia. Les preguntamos sus impresiones de los Juegos y de la ciudad. La respuesta total de los Juegos fue unánime: fabulosos en todo. Sobre la ciudad se dividieron las versiones entre el planteamiento de que les había gustado, agradado, complacido y que no les había gustado o alentado reservas. Aun cuando parezca mentira la gente respondió con sinceridad así:
Lo que más le gustó, agradó, conquistó: el trato de la gente, la comida, obviamente los escenarios, la asistencia de la logística en todos los aspectos, la alegría en todos los sitios, el no sentirse extraños en nuestra ciudad. Lo que no les gustó, les fastidió o los incomodó y que siempre les llamó la atención: el desorden del tráfico automotor, las carretillas de toda clase sin dirección y caóticas, las bicicletas en contravía que pudieron causar muchos accidentes y la perla de la vergüenza barranquillera cuando comenzaban los Juegos: el robo de 35 maletas de viaje de tres delegaciones. Este acto nos bautizó desgraciadamente para infundirles temor a las delegaciones y nos marcó para el mundo que lo difundió al máximo con nuestra distintivo: robar todo a toda hora en todas las dimensiones, especies y características. Menos mal que la Policía, eficientísima, alcanzó a salvar la Patria.