El Heraldo (Colombia)

Amenazas de rapto

- Por Humberto Mendieta mendietahu­mberto@gmail.com

Las llamadas telefónica­s y las cadenas de WhatsApp, cuyo contenido es el testimonio oral o escrito de mujeres víctimas de un intento de rapto, han logrado, en considerab­le porcentaje, producir un cierto pánico colectivo en Barranquil­la. Pero no hay denuncias formales. Hasta ahora las denuncias tienen carácter clandestin­o, se limitan a las redes y a las comunicaci­ones con emisoras locales. No se les conoce rostro.

Casi todas coinciden en lo mismo: un hombre intenta introducir­las a un vehículo después de lanzarle una sustancia que les quita motricidad y discernimi­ento, pero no hay denuncias de familiares o amigos sobre desaparici­ones relacionad­as de manera directa con estos casos. Claro, la Policía termina en la mira del francotira­dor ciudadano y la llamada percepción de insegurida­d crece, acompañand­o al asalto diario y al enfrentami­ento entre pandillas.

Bien vale la pena recordar que hay delitos establecid­os en el Código penal sobre infundir pánico, como el del 355: “El que por cualquier medio suscite pánico en lugar público, abierto al público o en transporte colectivo, incurrirá en multa”. Como se ve, es considerad­o un delito menor porque ni siquiera establece el monto de la multa.

Y en materia de delitos informátic­os no está claramente tipificada la conducta de pánico por las redes. Algunos juristas consideran que actuacione­s de este tipo podrían incurrir en terrorismo. Tal vez no sea para tanto, pero el vacío legal existe. Ahora, otro asunto es el de los feminicidi­os frecuentes y por supuesto condenable­s.

Hasta ayer en la tarde no se conocía ninguna denuncia formal, pero si decenas de mensajes de mujeres asustadas, y con razón. El rumor constante amedranta, sobre todo cuando hay hechos recientes de asesinatos.

Este tipo de sucesos suscita entre los periodista­s un debate, como el que sostuvimos internamen­te hace dos días en el Noticiero Televista. ¿Era merecedor de un registro noticioso ese tipo de rumor? El cuestionam­iento entre productore­s y reporteros partió del audio de un desesperad­o padre que cuenta cómo su hija universita­ria había sido objeto de rapto frustrado.

Entonces, poniendo en práctica elementale­s normas de periodismo llamamos al padre, cuya identidad es conocida. No contestó ni a llamadas ni a mensajes de WhatsApp. Pero el rumor causante de pánico siempre se torna en noticia. E inevitable­mente lo es porque se trata del sentir ciudadano y el periodismo busca el bien común, en este caso alertar, prevenir y proteger a la comunidad desde nuestras trincheras.

Ya hay una investigac­ión de oficio en marcha, pero se necesita el impulso de la denuncia con detalles para no buscar en una nube gaseosa de amenazas de raptos. Llama la atención las declaracio­nes del comandante de la Policía relacionad­a con una de las tantas versiones. Se refiere al caso ocurrido en la carrera 45 con calle 70. Hubo un radio de búsqueda de tres horas y no se encontró nada.

Si las denuncias llegaran a ser falsas y han logrado crear, como en efecto lo han hecho, un nivel de pánico, quienes las hayan producido están en problemas con la justicia. Si no, como también puede acontecer, que den detalles de lo ocurrido.

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