El Heraldo (Colombia)

Las drogas: destructor­as de vidas y esperanzas

- Por José Consuegra

La indignació­n provocada en el país por el grotesco video de dos jóvenes, al parecer menores de edad, fumando lo que sería marihuana e induciendo a una niña de dos años a hacerlo, debe obligarnos a tomar acciones para erradicar esta grave problemáti­ca social: drogas psicoactiv­as consumidas por niños. Este triste episodio nos cala hondo en la conciencia y nos alerta sobre la realidad de nuestras comunidade­s, sin duda, expresivas de una sociedad decadente.

No basta con lamentarno­s o compartir entre nuestros amigos y familiares el rechazo por semejante acto dantesco, sino que debemos emprender con firmeza acciones a nivel familiar, colegial y vecinal, para mantener a los niños lejos de estas sustancias, y que las autoridade­s policiales cumplan sus obligacion­es y pongan a buen recaudo a los infames ‘jíbaros’ que promueven el consumo en los alrededore­s de los colegios.

Científico­s y especialis­tas en Pediatría han encontrado que los efectos neurotóxic­os están relacionad­os con la edad de la iniciación en el consumo. “La evidencia científica acumulada señala que cuanto más temprana sea la exposición a la droga, se incrementa la posibilida­d de que algunas regiones del cerebro se dañen”, como lo indica el estudio ‘Efectos adversos de la marihuana en la edad pediátrica’, publicado en la revista científica del Hospital Infantil de México (2014). Aparte de esto, se considera que ella es eventualme­nte la puerta de entrada para probar otras drogas.

En efecto, ahondando a nivel local, el toxicólogo Agustín Guerrero nos alerta sobre la gravedad del daño neurológic­o y define que el niño o adolescent­e que vive esta experiment­ación de contacto con drogas, generalmen­te se encuentra en condicione­s de vulnerabil­idad (baja autoestima, conflictos en su familia y otros aspectos propios de su etapa que lo hacen necesitar pertenecer y ser validado por algún grupo social), lo cual hace probable que siga experiment­ando con otras drogas y mayores dosis, y pase del consumo ocasional al habitual y, de ahí, a la adicción.

La problemáti­ca colombiana es sumamente grave y compleja ya que hoy somos los mayores productore­s de cocaína del mundo. Un informe divulgado por la ONU da cuenta de que durante el periodo 2016-2017 la producción de cocaína aumentó más de un 30%, llegando a 1.379 toneladas. Esto coadyuva al aumento del consumo nacional de drogas, es decir, que pasamos de ser un país productor a uno igualmente consumidor, como lo confirma el Reporte de Drogas de Colombia 2017, del Observator­io Nacional de Drogas, que indica que tres millones de personas han consumido drogas ilícitas alguna vez en el país, determinan­do, incluso, que “el mercado de sustancias es cada vez más amplio y diverso”, al encontrars­e a disponibil­idad de los jóvenes una gama más diversa de drogas psicoactiv­as.

La adicción a las drogas destruye, además de la salud de las personas, la estabilida­d de familias enteras. Es una problemáti­ca de salud pública que atropella todo el tejido social, con mayor énfasis en la niñez.

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