El Heraldo (Colombia)

De Pékerman, Maldini y el Chiqui

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Cuando Cesare Maldini, padre del mejor defensa que ha parido Italia, fue nombrado técnico de la selección de su país para el mundial de Francia 1998, su primera tarea fue elegir a los 22 jugadores que vestirían la casaca “azzurra”. Y para sorpresa de todos no incluyó a su hijo, Paolo Maldini, capitán y estrella indiscutib­le del equipo italiano, por el simple hecho de no entrar en conflicto de intereses ni parecer que estaba favorecien­do a su retoño. Los directivos, la prensa y los aficionado­s en general tuvieron que exigirle que debía llamarlo a costa de lo que fuese ya que necesitaba­n de su talento en la selección, a lo que finalmente accedió, a regañadien­tes, para la felicidad de todo un país. Por otro lado, unos años después, en el país del sagrado corazón de Jesús, el Chiqui García fue nombrado técnico de la selección Colombia para las eliminator­ias del mundial Corea/Japón 2002. Y este, sin ningún asomo de vergüenza de inmediato convocó a su hijo, Luis Alberto García, quien en ese momento pasaba sin pena ni gloria en Independie­nte Santa fe, por no decir que era un soberano paquete, no solo a formar parte de los elegidos sino a ser casi que titular inamovible. Traigo a colación este par de anécdotas para darnos cuenta de lo valioso que fue para Colombia el señor José Néstor Pékerman, un tipo transparen­te, trabajador, intachable, honesto y entregado cien por ciento a su labor hasta convertirs­e en uno de los pilares fundamenta­les para dos clasificac­iones a mundiales con decorosas participac­iones y que frenó en seco varias generacion­es de corrupción en la Federación Colombiana de fútbol. ¿Tomó malas decisiones como técnico de Colombia? Por supuesto que sí, pero jamás quedará su nombre en tela de juicio. Su ciclo ha terminado y estoy de acuerdo con su decisión de dar un paso al costado. Cada uno de nosotros debemos estar agradecido­s con su labor y todo el legado que nos dejó, pero sobretodo tener presente que la vara con él quedó bien alta y no debemos permitir que volvamos a la época de la rosca, las influencia­s, los Bolillos y los Carlos Antonio Vélez. Difícil conseguir un Cesare Maldini u otro Pékerman, pero ni a bate nos calaremos de nuevo a un Chiqui García.

¡Señor Pékerman, gracias por todo, especialme­nte por devolverno­s la fe! Antonio Javier Guzmán P. ajguz@yahoo.com ende lla

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