Para mejorar el proyecto
Colombia es un país de incomparable potencial natural inexplotado, que comprende vastas zonas forestales; exuberantes tierras aptas para la agricultura y la ganadería; un subsuelo de insospechadas posibilidades y una superabundante riqueza de aguas marinas, fluviales y lacustres.
Los mexicanos fundaron en 1909 un grupo industrial que hoy cuenta con un excepcional número de empresas que exportan para el Japón, Australia, África, Nueva Zelanda y numerosos países. Sin embargo, el país azteca no posee mayores riquezas que Colombia, ni hombres y mujeres más inteligentes, ni realiza prácticas extraordinarias e inimitables.
Si ponemos en venta nuestras empresas, son las de los servicios públicos, Ferrocarriles Nacionales, Acerías Paz del Río, hospitales y tantas otras cuyo permanente déficit financiero es el resultado de un inadecuado manejo financiero, corrupción, súper burocracia, contratos ilegales, nóminas dobles, etc.
Por ejemplo y por hacer una breve evocación, Barcelona, (España) nos hace llegar a los transportes rutinarios que surcan todas las vías de esa ciudad, tales como son los tranvías de cinco vagones, dotados de la máxima comodidad, que cruzan paralelos a la diagonal de ocho carriles para el paso de automóviles o coches y autobuses de impecables asientos.
Y este contraste intencionalmente escogido, nos transporta a otro mundo de oscuros rincones de la patria, aquellos en los que el hombre de míseros ingresos, libra una agónica batalla por la subsistencia en hacinadas viviendas y que se denominaría como “un tugurio”, negociando unas veces con apretados recursos del campo y otras veces con retazos industriales y desechos antes del reciclaje y soportando al mismo tiempo las cargas tributarias.
En consecuencia y para plantear una alternativa ¿no sería posible reducirle a estos deprimidos sectores en su totalidad el gasto público y los gravámenes?
También es oportuno recordar uno de los principios de Abraham Lincoln, para buscar el camino correcto del desarrollo de una sociedad, en países que lo tienen todo, para alcanzar la calidad de vida que se merecen y generar las grandes oportunidades. “No puedes ayudar a los pobres, destruyendo a los ricos. No puedes fortalecer al débil, debilitando al fuerte. No se puede lograr la prosperidad, desalentando el ahorro. No se puede promover la fraternidad, incitando al odio de clases”.
En Colombia, lo único que queda por hacer es desviar la inteligencia de nuestros hombres y mujeres, de la politiquería, la retórica panfletaria e inocua y dirigirla hacia la economía y el bienestar común y productivo.