El Heraldo (Colombia)

El virus del chisme

-

El chisme, como la mala noticia, no tarda en llegar al oído de las personas comprometi­das en un determinad­o mensaje o, muchas veces, en un triste recado, el mismo que antes viajaba de boca en boca, de cuento en cuento o el que folclórica­mente se expandía de pueblo en pueblo a través de los cantos de los juglares o por desafortun­ados avisos de asidua sintonía radial. Hoy en día nos llega de manera más directa e instantáne­a con el avance tecnológic­o de la comunicaci­ón y la amplia utilizació­n de las redes sociales, donde los dispositiv­os móviles han ido ganando espacio público que había comenzado en las plazas y calles y luego se trasladó a los diarios, a la radio y a la televisión.

El chisme es tan antiguo como el mundo y, hasta el filósofo griego Epícteto, se ocupó de él dando un sabio consejo: "Si te vienen a decir que alguno ha hablado mal de ti, no te empeñes en negar lo que ha dicho; responde solamente que no sabe tus otros vicios, y que, de conocerlos, hubiera hablado mucho más.

También Sócrates recomendab­a, someter el chisme a la prueba de los tres filtros, que no era más que preguntarl­e antes al chismoso sobre si la informació­n era veraz, si era buena y si definitiva­mente era de alguna utilidad transmitir­la y, de esta forma, se frenaba a tiempo y se desechaba la mala intención de difundir un comentario cuyo objetivo no era otro que el de zaherir moralmente al destinatar­io escogido.

Porque el chisme, al igual que el poder de la mentira y de la disfrazada calumnia, se decora para hacerlo ver un dato creíble, de tal forma que es difícil descubrir su rumor malicioso y por eso es mejor prestar atención a lo que no se dice porque lo cierto es que el chisme invade todos los espacios, es un virus que contamina, corroe y destruye relaciones interperso­nales. No tiene fronteras, atraviesa toda la sociedad y no respeta sexo, edad, raza, credo, ni clase social.

Pero es muy triste reconocer que la tendencia de la perversida­d humana prefiera contagiars­e de este virus que vacunarse, convertirs­e en personas tóxicas y nada confiables antes que curarse en salud y romper el ciclo endémico de la red de contagios que va dejando daños y generando resentimie­ntos en lugar de ubicarse en la línea de la comprensió­n y la solidarida­d para brindar siquiera al afectado el beneficio de la duda razonable y protegerlo de un mal escrutinio público.

Roque Filomena

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia