Para mejorar el proyecto
Expectativa y revuelo causó en el sector TIC la radicación en el Congreso por parte de la ministra Constain del proyecto de Ley que busca modernizar dicho sector y unificar en un solo órgano las actividades regulatorias, en particular las relacionadas con la televisión. Me permito formular algunas apreciaciones, no sin antes aclarar a los gentiles lectores que quien firma fue miembro de la Junta Directiva de la Autoridad Nacional de Televisión, y actualmente funge como director del programa de la Defensoría del Televidente de Telecaribe.
En primer lugar, es claro que se necesita una nuevo marco regulatorio. Las actuales leyes que rigen sobre el sector, con la televisión en primer lugar, fueron concebidas en un entorno analógico poco apropiado en estos tiempos digitales. Las brechas tecnológicas, tanto en su combinación como en su acceso, han venido cerrándose sin que la regulación haya reaccionado a la misma velocidad. Pretender suscribir el flujo de contenidos a una determinada vía es anacrónico. En ese sentido, pensar en multiplataformas es necesario y coherente.
Adicionalmente, es claro que el sector TIC sufre actualmente un vertiginoso tiempo de cambio y crisis en aspectos como la relación con las audiencias, los mercados, el entorno, la propiedad intelectual y las ventanas de distribución. En ese panorama, y con la intención de proteger el sector al tiempo que fomentar la inversión en el mismo, un marco regulatorio moderno que elimine las llamadas “asimetrías” y promueva la creación de empresas en un entorno de sana competencia con responsabilidad social es fundamental. Todas esas intenciones son bienvenidas.
Con esa base, es menester revisar lo relacionado con el fomento a la producción de contenidos y particu- larmente la salvaguarda a los medios públicos. Aunque en el proyecto de Ley se habla específicamente de mantener un mínimo promediado de recursos para la televisión pública, no se abordan temas tan necesarios como el velar por el pluralismo, las miradas regionales, la autonomía editorial y, en general, los aspectos fundamentales que definen y diferencian los contenidos de un modelo de televisión que piensa en la audiencia como ciudadanos antes que como clientes.
En línea con lo anterior, preocupa también que en la conformación propuesta del reformado órgano regulatorio no se incluya en los cuadros directivos a expertos relacionados con las Ciencias Humanas y/o Sociales. En aras de un justo equilibrio, la visión humanista es tan importante como puede serlo la técnica que ofrecen otras áreas del conocimiento. La sensación que queda es que están pensando en una definición de medios basada mayoritariamente en la tecnología y no en el uso y apropiación social que tienen y necesitan.
Son apenas unas ideas. La respetuosa invitación al Ministerio y al Congreso es a abrir el debate y escuchar todas las voces posibles. A todos nos interesa una buena Ley.