Cumplen o no promesas
Media Colombia está preocupada hoy día por la ambivalencia en las declaraciones del gobierno central en materia económica, en donde el ministro de Hacienda, doctor Carrasquilla, presenta un panorama desolador, anuncia planes de contingencia severos, proyectos de ley con reformas sustanciales en este campo de la vida nacional, la imposición de más impuestos y gravámenes en las diferentes actividades productivas y ajustes en algunos sectores que podrían restringir la inversión social o represar la llegada de capitales extranjeros que están a la espera, en el partidor, para iniciar la conquista de mercados internos ya suficientemente evaluados con especializados estudios sobre desarrollo y competitividad.
Pero de entrada notamos dos aspectos contradictorios. En primer lugar, en plena luna de miel el gobierno debe decirle al país, con cifras, argumentos y respaldos documentales cuál es la verdadera situación económica que según ellos heredamos de la anterior administración Santos. No guiarnos y dejarnos mentalmente informados de este sector por el cantinflesco discurso cargado de odio del presidente del Senado en la posesión presidencial, que mostró delante de 30 países más hiel que realidades, y no un informe veraz, concreto, con cifras, de la debacle que presuntamente encontraron al sentarse en los nuevos escritorios.
Y en segundo lugar, lo que es más grave a nuestro juicio, que nos explique el ministro Carrasquilla por qué todo lo que él afirma y anuncia públicamente es lo contrario a lo que el candidato Iván Duque prometió en la campaña a la primera magistratura. Porque un análisis simple es que en elemental lógica el empalme de despachos tenía que informarse del supuesto desastre. Y obvio, igualmente, el ministro no puede estar haciendo declaraciones permanentes de esta categoría e importancia sin el respaldo de su jefe, el Presidente.
La incógnita como habría dicho Echandia hace cincuenta años es: ¿A quién, creerle? ¿A las promesas para conquistar votos o a unas realidades quizás ya improbadas? Lo que no puede seguir sucediendo es que las personas naturales hoy se encuentren frente al fisco llenas de dudas por el efecto Carrasquilla de mayores impuestos, o que las tarifas de Electricaribe futuras serían las que irían a solventar el déficit de inversiones en mantenimiento de la entidad, como acertadamente lo comento Óscar Montes en su columna del domingo de semanas atrás.
No hay nada más peligroso para un gobierno que inicia labores que presentarse contradictorio frente a quienes lo eligieron. Porque el activo más grande de un nuevo gobernante es la confianza que pueda despertar en quienes lo elevaron al poder. Al tiempo que es esperanza de quienes no votaron por él y también lo que podría ser la manera más elegante para desarmar una oposición que desde ya parece iniciarse debilitada y dividida. Claridad, transparencia, de frente y sin temores. No caer como Santos en la perorata inocua de prometer con firmas en una piedra que no subiría impuestos y a los tres meses nos envió a los colombianos el primer opresivo aluvión de gravámenes.