Impresiones de Mompox
El pasado fin de semana tuve la oportunidad de visitar por primera vez el municipio de Mompox, en el Departamento de Bolívar. Fue un viaje corto que me permitió pernoctar apenas una noche y regresar temprano al día siguiente, por lo que únicamente pude recorrer sus calles durante unas horas entre la tarde y el anochecer, tiempo suficiente para constatar el valor y el atractivo de su cuidado centro histórico. Guardadas las lógicas y significativas proporciones de escala, la riqueza arquitectónica del municipio y su notable conservación, pueden compararse con las zonas más reconocidas de Cartagena, inclusive manteniendo mayor identidad y una atmósfera más auténtica que la depredada y maltratada Ciudad Heroica. Es sin duda una pequeña joya escondida al margen de uno de los brazos de nuestro emblemático río Magdalena.
La defino como escondida porque a Mompox hay que ir deliberadamente, no se encuentra en el camino de casi nada. Llegar desde Barranquilla demanda algo más de seis horas por la ruta de Bosconia, transitando carreteras que están en general buen estado, salvo unos breves tramos irregulares que no logran empañar la experiencia. Eso sí, asombra la falta de señalización de nuestras vías, apenas notoria en algunos tímidos avisos, pequeños y mal situados, que se prestan más para la confusión que para la certeza. Por ejemplo, para tomar el puente que conecta Santa Ana con Talaigua Nuevo, cuando ya se va llegando al destino, ninguna señal indica la ruta precisa, lo que llevó al conductor que diligentemente me transportaba a pedirle a un mototaxista que actuara de improvisado guía, una situación pintoresca y hasta cómica, pero no por ello aceptable.
Caminar por Mompox es caminar por el pasado. La renovada Albarrada, sobre la orilla del río, ofrece un paisaje supremamente acogedor y amable, con construcciones conservadas en buena medida, y rincones y parajes que nos remontan a un esplendor y a un estilo de vida ya perdido. El diseño urbano de esa intervención, proyecto ganador de la III Bienal Latinoamericana de Arquitectura de Paisaje 2018, logró ordenar y armonizar exitosamente el espacio con un lenguaje y materiales que se mimetizan con la historia y la respetan. Lo que en algún momento fue un activo centro de comercio, hoy ve pasar los días con tropical parsimonia, despertando poco a poco a su nueva vocación turística reflejada en la proliferación de pequeños hoteles y cafés, augurando una recuperación económica que debe tratarse con precaución.
Mompox está viviendo un momento importante. Su arquitectura está preservada, su ambiente aún conserva cierta elegante identidad y cuenta con una infraestructura para el turismo en claro crecimiento. Sin embargo, si no se maneja con el cuidado que merece, puede ser víctima de su propio renacer. Es un buen momento para mirar a Mompox y apoyar a sus autoridades para llevar de la mejor manera su reactivación. Sería una lástima repetir los errores que tanto han deteriorado otros entornos.