La música y la danza como herramientas transformadoras
En Barranquilla se adelantan procesos pedagógicos alrededor del arte en barrios vulnerables que buscan que niños y jóvenes mejoren la convivencia en sus entornos.
Los procesos terapéuticos que incluyen música y danza aportan beneficios al ser humano en su comportamiento social, mental y emocional. Así lo asegura Jorge Alejandro Dussán, músico de la Universidad de los Andes de Bogotá y especialista en musicoterapia.
Entender la música y el baile más allá de los sonidos y la alegría que producen, tiene una explicación científica, según Dussán.
“La música es un atajo que se conecta a los recuerdos y a las emociones más profundas de las personas, entonces si esto está guiado con un proceso y tiene un objetivo evidente habrá una respuesta importante del cuerpo para liberar el estrés y olvidarse de los problemas”.
Para la psicoanalista y docente de la Universidad Metropolitana, Judith Elena García Manjarrez, estas expresiones artísticas permiten sublimar, es decir “convertir la agresividad en algo estéticamente hermoso”.
“Cualquier manifestación del arte tiene la particularidad de unir, es decir, el individuo no solo ocupará su tiempo, sino que concentrará toda su energía psíquica en lo que quiera desarrollar”, expresó.
La psicoanalista agregó que el apoyo y respaldo de los padres, en el caso de los menores, es fundamental en el proceso pedagógico.
UN EJEMPLO. El emprendimiento social Vive Bailando, en alianza con la Fundación Tecnoglass, a través de la música y el baile, lidera una iniciativa cuyo fin es reeducar y ofrecer procesos de formación a niños y jóvenes que habitan en el barrio Las Flores, un sector de Barranquilla afectado por la violencia y el microtráfico.
“Con un equipo multidisciplinario brindamos módulos temáticos que permiten potenciar el aprendizaje a través de programas académicos con los cuales transformamos la vida de los jóvenes y sus familias”, explica Clemencia Vargas, directora ejecutiva de Vive Bailando.
Este proyecto ofrece alternativas para que sus beneficiados puedan huir de los actos frecuentes de violencia que se presentan en su entorno social y de los que son víctimas en muchos casos.
Para Carolay Cervantes, beneficiada del programa, “la experiencia en Vive Bailando ha sido muy linda, porque el baile y la música” la han influenciado positivamente “a cambiar cosas malas, a tener responsabilidad”, a saber qué es lo que quiere para su futuro.
Por su parte Yesid Hernández, de 16 años, manifiesta que es una experiencia constructiva con la que ha aprendido “a bailar muchos ritmos musicales y también valores”.
“Impactamos no solo la vida de los niños sino la de su núcleo familiar, hemos tenido gran aceptación por la comunidad y sobre todo por los padres de familia, la deserción ha sido mínima, los niños van felices a sus clases”, manifestó Cristina Posada, directora de la Fundación Tecnoglass.
Pero no solo en Las Flores la música y el baile causan efectos positivos, en el barrio La Granja, el coreógrafo Diego Aguirre trabaja con un grupo de 20 niños de escasos recursos dictando talleres de danza y coreografía.
“Trabajando con los chicos he podido evidenciar problemas de depresión y consumo de drogas; pero sin duda la música y el baile funcionan como una herramienta clave de distracción y aprendizaje”, sostuvo Aguirre.
El musicoterapeuta Dussán concluyó que “si hay un proceso guiado por profesionales, estas herramientas serán esenciales para cambiar vidas”.