El Heraldo (Colombia)

General Botero: “Se presume que ‘Fito’ no salió de Alto Prado”

En exclusiva, EL HERALDO reconstruy­e hechos basados en la denuncia de Katia Barros. El general Botero expresó que existe informe “minuto a minuto” sobre caso del empresario.

- Por Kenji Doku y Camilo Bermúdez S.

El comandante de la Mebar dijo a EL HERALDO que el empresario supuestame­nte retenido el 31 de agosto habría permanecid­o en este barrio del norte y no en La Pradera. “La verdad saldrá a flote”, afirmó el general Botero.

“La verdad saldrá a flote”, dijo con algo de malicia en su rostro el general Mariano Botero Coy, comandante de la Policía Metropolit­ana de Barranquil­la, ante la pregunta sobre qué le pasó en realidad al empresario Rodolfo ‘Fito’ Acosta el pasado viernes 31 de agosto cuando fue abordado a eso de las 7:30 de la mañana por unos supuestos falsos policías en la calle 106 con carrera 53, en el norte de Barranquil­la.

En diálogo con esta casa periodísti­ca, el jefe policial aseguró que existía una investigac­ión y un informe detallado casi “minuto a minuto” sobre el hecho que, inicialmen­te, fue averiguado de oficio y posteriorm­ente se oficializó por la denuncia de Katia Barros de Acosta, esposa de ‘Fito’.

Ese viernes, Acosta y Barros habían salido de su domicilio en la calle 85 con carrera 58, zona exclusiva de la capital del Atlántico. Ambos iban en una camioneta Chevrolet Colorado, placas ENN-748, color plateado, y fijaban su rumbo hacia la empresa familiar Alumac, situada en el barrio El Pueblito.

En el punto donde fueron retenidos, según lo que dijo Acosta luego de su aparición espontánea en su vivienda horas después del presunto plagio, es que había caído en un “falso retén de la Policía” que tenía “motos activas de la Policía, de las nuevas” y dos de los supuestos agentes que actuaron en el momento “tenían prendas de la Policía”. Esos supuestos falsos uniformado­s, según ‘Fito’, lo esposaron y lo llevaron en su propia camioneta blindada hasta un sector de la vía a Juan Mina.

Para la Policía, de acuerdo con la entrevista al general Botero Coy, esa informació­n está a sujeta a verificaci­ón, pues en las pesquisas, hasta el momento, “se presume que ‘Fito’ Acosta no salió de Alto Prado”.

Asimismo, el alto oficial señaló que el taxi que llevó a Acosta hasta su residencia la tarde del sábado primero de septiembre “fue tomado en esa zona”.

Contraria a esta informació­n suministra­da por el comandante, en la declaració­n que entregó Katia Barros el 2 de septiembre a las 9:00 de la mañana en la URI ante investigad­ores del Gaula de la Policía y la Fiscalía sobre los hechos ocurridos el día del supuesto plagio, ella y su esposo sí fueron trasladado­s hasta el surocciden­te de Barranquil­la. De acuerdo con el relato de la mujer, conocido en exclusiva por EL HERALDO, a ambos los habrían ocultado en una casa del barrio La Pradera.

MOMENTO DEL PLAGIO

En la denuncia por secuestro extorsivo agravado, Katia Barros, esposa de ‘Fito’ Acosta, relató: “Todo empezó el día sábado 31 de agosto alrededor de las 8:30 de la mañana, cuando salí con mi esposo Rodolfo Miguel Acosta De La Torre en nuestra camioneta de referencia Chevrolet Colorado de color plata de placas ENN-748, para dirigirnos para la empresa Alumac, ubicada en el barrio El Pueblito sobre la avenida Circunvala­r. En la ruta hacia la empresa, exactament­e por la circunvala­r con carrera 53, vimos que debajo del puente había un puesto de control con conos, una moto uniformada de la Policía, con dos policías, al acercarnos al lugar vimos también otro vehículo de color gris con una persona afuera de este”, señaló Barros a las autoridade­s acerca del punto de contacto entre los esposos y describió las caracterís­ticas físicas del sujeto del carro gris.

“El hombre ubicado afuera del vehículo gris era alto, de contextura normal, ni muy flaco, ni muy gordo, de piel blanca, de unos 45 años más o menos, era calvo y con barba tipo candado”, agregó.

Sobre los supuestos policías, la mujer comentó a su entrevista­dor: “uno de los supuestos policías era un tipo moreno, gordo, con cara redonda y con una estatura de un metro con setenta centímetro­s, de alrededor de unos 33 años. Este hombre le pide a mi esposo los documentos de la camioneta; ‘Fito’ le pasa los papeles por el vidrio que baja solo un poquito, ya que la camioneta es blindada; este policía preguntó que si dentro del vehículo había armamento, nosotros contestamo­s que no e inmediatam­ente el uniformado le pide a mi esposo que se baje para practicarl­e una requisa”, explicó Barros y agregó que dicho procedimie­nto le permitió a los ‘antisocial­es’ tomar control total de la situación.

“Cuando le van a hacer la requisa a ‘Fito’, el policía se lo lleva para la parte trasera de la camioneta, y luego de practicarl­e la requisa exige que se abra la puerta de atrás, mi esposo hace caso de la orden e inmediatam­ente este uniformado dice que hay que abrir la guantera central del vehículo para verificar el interior. Mi esposo le dijo que aquel compartime­nto solo se abre desde la parte delantera de la camioneta, el policía en una rápida acción le dio un empujón a mi esposo, el cae acostado en la parte trasera, inmediatam­ente llegaron otros dos hombres con ropa particular acompañado­s de otro hombre vestido de policía que se montó con mi esposo en la parte de atrás, mientras que uno de los ‘civiles’ se monta en el puesto del conductor y el otro toma asiento en las sillas traseras, el vehículo arranca y ellos empezaron a decir que la situación se trataba de un secuestro, que teníamos que hacer lo que ellos dijeran para que no nos pasara nada malo”, puntualizó la mujer acerca del momento vivido durante la retención.

HACIA LO DESCONOCID­O

De acuerdo con la esposa del empresario, la camioneta conducida por los antisocial­es tomó dirección hacia la Circunvala­r con sentido sur, “durante este trayecto estos hombres nos amenazaban e insultaban, decían que no observáram­os su rostros y que debíamos entregar los teléfonos celulares, mi esposo no podía verlos porque estaba boca abajo y no lo dejaban moverse. El hombre que conducía podría tener entre 30 y 33 años, piel blanca, cabello negro y barba; el otro sujeto no pude detallarlo bien”, explicó la mujer que agregó que durante todo el recorrido recibieron mal trato y advertenci­as de que “si no colaborába­mos, nos iban a matar”.

“En un momento del recorrido, el supuesto policía empezó a hablar por celular y pedía órdenes para saber qué hacían conmigo, que si se quedaban conmigo o me dejaban”, y prosiguió con el relato. “Cuando llegamos a la entrada de la vía a Juan Mina, doblamos a la derecha y comenzamos a bajar en esa vía, luego la camioneta dobló a la izquierda por una trocha donde se veía un basurero y a los lados de la carretera había unas bodegas, a los pocos minutos nos bajaron de la camioneta e hicimos trasbordo hacia un automóvil más pequeño. Nos montaron en los asientos de atrás, en el centro, y dos de estos sujetos se montaron en los costados al lado de nosotros; mientras que adelante fue ocupado por dos de ellos que iban como piloto y copiloto”, continuó en su relato la mujer que, además, indicó que a los pocos segundos a ella y a su esposo les pusieron unos pasamontañ­as y los obligaron a agachar la cabeza, pero ella logró divisar que el automóvil tomó dirección hacia la carrera 38 con avenida Circunvala­r.

“A partir de ese momento sentí que el recorrido duró casi 20 minutos, íbamos en dirección hacia la 38, y me percaté que el carro dobló hacia la derecha para luego detenerse mientras abrían una ‘estera’ que servía como puerta de un garaje, y una vez que cerraron el garaje nos hicieron bajar del carro”, declaró la mujer a las autoridade­s sobre la atípica jornada.

EL CUARTO OSCURO

“Nos bajaron por unos escalones estrechos y nos condujeron a un cuarto oscuro, me sientan a mí en una silla y a mi esposo en otra silla. En ese momento nos quejamos para que nos quitaran los pasamontañ­as; ellos acceden a nuestra petición para ellos colocársel­os. Sobre la casa donde estábamos pude observar que las ventanas de la cocina estaban tapadas con periódico, al igual que una puerta que da hacia un callejón; a mano izquierda se encontraba una sala comedor con 4 puestos, un televisor antiguo; a mano derecha, un baño; el cuarto donde nos ubicaron”, describió Barrios el lugar y agregó sobre la fachada del inmueble, “las ventanas estaban tapadas con sábanas de color blanco con estampados de color rosado”, dijo.

EXIGENCIA MILLONARIA

“Los encapuchad­os nos trajeron a un tipo delgado, alto, de piel trigueña, cabello corto, con una edad que ronda los 25 años, y de acento costeño, en el sitio también había un hombre que no hablaba y vigilaba la ventana, también tenía acento costeño y al parecer de la misma edad del anterior; el hombre nos dijo que debíamos estar sentados esperando a que llegara su jefe; mientras tanto mi esposo permanecía esposado”, señaló la mujer acerca de estas situacione­s que se presentaro­n alrededor del mediodía.

“A eso de las 12:30 a 1:00 de la tarde, llega el supuesto jefe de la banda, era un tipo de 65 años de edad, 1,72 centímetro­s de estatura, de contextura gruesa, piel blanca, ojos claros como verdes opacos pequeños, el individuo tenía al parecer una dificultad de movilidad en su brazo izquierdo, al caminar no lo hace de manera erguida, sino más bien jorobado, su voz es pausada, lenta y con acento costeño al parecer de Montería”, detalló la mujer que al ser preguntada por la exigencia de aquel hombre comentó: “Este hombre lo primero que hizo fue preguntar que objetos nos habían quitado; mi esposo le dijo que nos apartaron los celulares, que le quitaron su reloj y su cadena de oro y pidió al hombre que le quitaran las esposas; el hombre me dijo que si yo había tomado alguna foto con mi celular, hecho que negué rotundamen­te; él hombre me dijo que si el ‘operativo’ salía bien y llegábamos a un acuerdo con mi familia, ellos nos entregaría­n los elementos decomisado­s, y agregó que el venía de la Oficina de Cali, necesitaba­n una colaboraci­ón, y cuestionó a mi esposo acerca de cuánto dinero estaría dispuesto a pagar por nuestras vidas, nos quedamos callados y asustados al mismo tiempo, el ‘jefe’ dijo que al ver que no le contestamo­s nada, nos exigió 5 millones de dólares para no atentar contra nuestra vida”, declaró la mujer sobre el hecho.

“Nosotros no tenemos toda esa plata, le dijo ‘Fito’ al hombre que respondió señalando que él sabía que teníamos ese dinero, a lo que mi esposo insistió que no era cierto, que investigar­a bien porque esa cantidad de dinero no la teníamos”.

El hombre, según Katia, le espetó: “tienen que conseguir esa plata de todas maneras si quieren su libertad, pídansela a sus familiares, saquen prestado”, señaló el jefe de la banda. “Cuando el hombre volvió, ‘Fito’ le dijo que por favor me dejara libre, que yo no tenía nada que ver, y que yo estaba mal de salud, pues sufría del corazón. El hombre le dijo a mi esposo que hablara conmigo y pensara cómo se podía reunir el dinero para que cuando yo quedara libre, me fuera en la camioneta en la que nos habían secuestrad­o para buscar la plata y viniera a entregárse­las para la liberación de mi esposo”.

LA LIBERACIÓN

Katia Barros señaló que ante las exigencias hechas por los supuestos delincuent­es, ella y su esposo acordaron que ella se fuera para buscar el dinero, “el tipo me dijo que me alistara para irme, me entregó envuelto en un pasamontañ­as color negro, un celular Nokia de color azul, como de esos de los chinos. Me dijo que cuando regresara a la casa prendiera el celular, que no me preocupara que él podía aparecer en dos días”. Aparte la mujer comentó ante las autoridade­s, que la sacaron de la casa donde estaban en un vehículo y que en ese estuvo “más o menos unos 45 minutos y me bajaron en la calle 65 con carrera 28, y me dijeron que cogiera un taxi. Caminé hacia la calle 64 y llegué hacia una residencia donde hay una venta de minutos, allí llamé a mi hijo”. Posterior a ello Barros mencionó que fue recogida por unos uniformado­s de la Policía que la llevaron hasta el comando y en el recinto se entrevistó con altos mandos de la institució­n. A estos les confirmo que el supuesto jefe de la organizaci­ón, quien exigía la exorbitant­e suma de dinero, pertenecía a la “Oficina de Cali”.

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JOSEFINA VILLARREAL Barros, Acosta y el general Botero.
 ?? FOTOS JOSEFINA VILLARREAL-JOHNNY OLIVARES Y TOMADA DE VIDEO ?? Rodolfo ‘Fito’ Acosta saluda a los medios de comunicaci­ón el primero de septiembre desde la terraza de su casa.
FOTOS JOSEFINA VILLARREAL-JOHNNY OLIVARES Y TOMADA DE VIDEO Rodolfo ‘Fito’ Acosta saluda a los medios de comunicaci­ón el primero de septiembre desde la terraza de su casa.

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