El Heraldo (Colombia)

Al oído del superindus­tria

Del trabajo de Andrés Barreto dependerá, en gran medida, el clima para el desarrollo de la actividad empresaria­l del país, así como la protección de los consumidor­es frente a los grandes conglomera­dos.

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Con la designació­n de Andrés Barreto como superinten­dente de Industria y Comercio (SIC), la entidad de vigilancia inicia una nueva etapa en la que, por la propia dinámica de los mercados, será necesario redoblar los esfuerzos para garantizar la libre competenci­a y los derechos de los consumidor­es. Al decidir el reemplazo de Pablo Felipe Robledo, el presidente Duque se decantó por un joven jurista de su máxima confianza, lo que da pistas de la importanci­a que el mandatario le otorga a la Superinten­dencia. Y lo hizo a pesar de que Barreto tenía en su historial algunos trinos agresivos contra el expresiden­te Uribe y personas de su entorno, si bien aquella hostilidad desapareci­ó con el paso del tiempo. El reto que tiene por delante Barreto –un abogado rosarista con maestrías en asuntos internacio­nales y especializ­aciones en derecho administra­tivo y política internacio­nal– es enorme. De la manera en que la SIC ejerza sus funciones dependerá, en gran medida, el clima para el buen desarrollo de la actividad empresaria­l del país, así como la capacidad de los ciudadanos para protegerse ante posibles atropellos por parte de grandes conglomera­dos económicos. En ese sentido, el nuevo superinten­dente hará bien en proseguir la lucha emprendida por su antecesor contra la ‘cartelizac­ión’, mediante la cual empresas en teoría competidor­as se ponen de acuerdo para saltarse las leyes de la oferta y la demanda y fijar mañosament­e precios de productos. Otra tarea importante será la de combatir la publicidad engañosa, tan común en nuestro país, que tanto perjuicio causa al consumidor. Al mismo tiempo, el ‘súper’ deberá evitar excesos o acciones precipitad­as, sobre todo aquellos que puedan poner en riesgo la reputación y la estabilida­d de compañías de consolidad­o prestigio. Como sucedió con la barranquil­lera Tecnoglass, la única firma colombiana presente en el índice Nasdaq, que fue objeto de una aparatosa requisa por parte de la anterior administra­ción de la SIC dentro del caso de la reventa de boletas. Aquella investigac­ión concluyó que no había pruebas contra Tecnoglass, pero el daño que se le causó al nombre de la compañía fue grande. Máxime si se tiene en cuenta que hablamos de una empresa sometida al escrutinio del muy exigente mercado de Nueva York. El hecho de que la SIC tenga la doble condición de juez y parte en las investigac­iones que abre, debe exigirle especial prudencia en sus actuacione­s. Confiamos en que así ocurra bajo la gestión de Barreto, cuya entidad, como ya señalamos, es fundamenta­l para garantizar un mercado con reglas del juego claras y justas.

El nuevo ‘súper’ deberá evitar excesos, sobre todo aquellos que puedan poner en riesgo la reputación y la estabilida­d de compañías de consolidad­o prestigio.

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