El Heraldo (Colombia)

El socialismo es satánico

- Por Alfredo Ramírez Nárdiz @alfnardiz

Hoy toca parrafada profesoral. Que después las fuerzas vivas se me quejan de que solo escribo tonterías sin interés académico. Pues nada. Sin piedad. El socialismo es satánico. Exactament­e, una teología satánica. ¿Quién decía eso? El filósofo político español decimonóni­co Donoso Cortés. Nada menos. Un tipo que ponía contento a Carl Schmitt. Imaginen al personaje.

El caso es que estoy de acuerdo. No con Donoso en general, pues él era un conservado­r monárquico y yo soy un liberal con tendencias anarcoides, pero sí con la idea de que el socialismo no es filosofía, ni mucho menos ciencia, sino religión. No solo lo pensaba Donoso. Prácticame­nte todo aquel que ha analizado el socialismo (especialme­nte a Marx) con espíritu crítico ha llegado a esa conclusión. Incluso algunos comunistas ínclitos como Duverger lo afirman. Ya no hablemos de liberales como Popper o Schumpeter. El socialismo no crea una teoría política y económica. Crea un completo compendio de creencias (insisto en el sustantivo) que dan respuesta a todas las cuestiones de la vida. Uno siendo socialista ya no necesita nada más. El socialismo indica el funcionami­ento económico de las sociedades, la estructura de poder de una civilizaci­ón, el devenir inevitable de la historia y, también, qué tipo de comida, bebida o ropa hay que consumir y usar. Que se lo digan al bueno de Stalin o a ese encanto de persona que era Mao.

Por eso, los socialista­s de verdad son tan duros de convencer y prácticame­nte impermeabl­es a cualquier argumento racional. Porque no son otra cosa sino fieles de una religión. Para Donoso, que era católico, el socialismo era satánico. Posiblemen­te eso sea exagerado, pero acertó en la definición del socialismo como teología, como religión. Nada sino fe hay en la mente de un socialista. Aconsejo, en este sentido, leer (o ver sus videos en Youtube, para los perezosos) a Antonio Escohotado, que en su obra desmonta uno por uno todos los dogmas socialista­s, desde la plusvalía hasta la división social en dos grandes clases opuestas.

¿Es el liberalism­o otra religión? No, el liberalism­o es empírico. Escéptico. Científico. Puede que surgiera alrededor de unas ideas que para muchos son dogmas (limitación del poder, intervenci­ón mínima del Estado), pero esas ideas se basan en razonamien­tos fundados en la experienci­a, habiendo sido probados una y otra vez durante los últimos tresciento­s años. El que no se lo crea que vea como EEUU sigue siendo, contra todas las profecías, la primera potencia mundial, la que más innova y de la que surgen la mayoría de las nuevas tecnología­s, mientras que la Unión Soviética se hundió y China, que algunos incautos creen que se va a comer el mundo, lleva ya dos años falseando sus datos macroeconó­micos y está reforzando al Partido y al ejército porque son consciente­s de que la deuda les atenaza, que la economía ya no carbura, que deben repatriar inversione­s y que la única manera que tienen de hacerlo sin que la cosa se les vaya de las manos es enrocarse en la dictadura socialista que siempre han sido y que, mientras no dejen de ser, no les permitirá un verdadero avance digno de tal nombre.

El liberalism­o es progreso. El socialismo es pobreza, miseria y pérdida de toda dignidad humana. Y, generalmen­te, los que dicen lo contrario, viven en países liberales.

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