Construir sobre lo construido
Parece que se enredó el tema de la navegabilidad del río Magdalena. Es increíble cómo cambia la percepción de la tecnocracia en pocos meses. Pareciese que la falta de continuidad política les cambiara el chip. Es preocupante la capacidad de algunos funcionarios de buscarle problemas a cada solución.
Desde el inicio de la navegación en el río Magdalena, los fantasmas de la sedimentación, la baja profundidad y las curvas serpenteantes han dificultado cumplir el sueño de conectar al país con el mundo a través del mismo. Desde Bolívar, todos los gobiernos –sin excepción– lo han intentado y todos han fracasado. ¿Por qué? Será que esa leyenda de indomable conspiró siempre contra todo intento de navegarlo, de encausarlo, de suponerlo más estrecho, o más rápido, o más hondo, según conveniencias de cada quien. ¡Y todavía! No por menos, la historia del país es la historia del río.
Al llegar, el nuevo gobierno encuentra un proyecto avanzado, con un Confis aprobado para el sector transporte (3,6 billones), lo que en pocas palabras significa que tenemos proyecto y plata. Pero de alguna forma parece que esto no es suficiente. Que hay que terminar lo que está contratado. Que se necesita licencia ambiental, no como requisito legal sino para “curarse en salud”. ¿Significa esto que el río no va porque no está contratado o porque aparecieron nuevos requisitos?
Servir en el sector público es difícil, implica sacrificios y riesgos, y adicionalmente enfrentarse a un proyecto titánico como este complejiza la situación. Pero debemos ser capaces de sobrepasar estos obstáculos; la tecnocracia se ha quedado en lo procedimental y se le ha olvidado lo importante. Juan Martín Caicedo Ferrer hace unos días dijo que “los cuellos de botella entre la Costa y el interior se deben resolver”. Y esto es lo importante, cómo conectamos el interior con la Costa y con el mundo, con recursos limitados.
Hacer navegable el río Magdalena es más económico por kilómetro habilitado, tiene capacidad de movilizar más carga de manera más económica y con menores efectos ambientales que una carretera 4G. Priorizar aquí sería simple. Si adicionalmente se construye un puerto de aguas profundas en Bocas de Ceniza, realmente conectaríamos a Colombia con el mundo por el Caribe.
Tantos fracasos por más de un siglo han tejido un temor reverencial de la tecnocracia hacia el río, pero es el momento de tomar las decisiones idóneas que, aunque difíciles, siempre tendrán la satisfacción del deber cumplido. Menos mal tenemos ministra Barranquillera. Ministra, ayúdelos a vencer esos miedos. Recuperemos la historia. Hagamos lo correcto, no comencemos de cero y construyamos sobre lo construido.
Por último, como barranquillero, celebro la celeridad para resolver el problema del canal de acceso, pero solucionemos de fondo la situación, compremos una draga y dejemos de engrosar los balances de Jan DeNul.