El Heraldo (Colombia)

Nobel para la inmunotera­pia contra el cáncer

James Allison, de Estados Unidos, y Tasuku Honjo, de Japón, recibieron el galardón por sus investigac­iones y desarrollo de la inmunotera­pia.

- Por Estefanía Fajardo*

James Allison, de EEUU, y Tasuku Honjo, de Japón, fueron premiados por su aporte para tratar el cáncer.

Checkpoint­s, bloqueo, linfocitos T y anticuerpo­s podrían ser fácilmente las palabras claves para entender el galardón del Nobel de Medicina atribuido ayer a dos inmunólogo­s, el estadounid­ense James P. Allison y el japonés Tasuku Honjo.

Se trata de la inmunotera­pia. Estos expertos descubrier­on cómo provocar una respuesta del organismo contra el cáncer, neutraliza­ndo algunas moléculas que le impiden defenderse.

Hablamos de descubrimi­entos “muy nuevos”, como lo explica el doctor Homero San Juan, profesor investigad­or de la división de Ciencias de la Salud de la Universida­d del Norte y PhD en Inmunologí­a. Por lo cual aún están en procesos y no funcionan en todos los pacientes. Sin embargo, la industria farmacéuti­ca está apuntando en esta dirección.

Los investigad­ores encontraro­n un grupo de moléculas que bloqueaban la acción del sistema inmunológi­co. Al intervenir en ellas, ya sea directamen­te o en los receptores, abrieron una nueva puerta en los tratamient­os contra el cáncer, enfocándos­e en potenciar las defensas propias del cuerpo. “Estos medicament­os transforma­ron las perspectiv­as de numerosos pacientes a quienes no les quedaba ninguna otra opción”, subraya el profesor Charles Swanton, de la asociación británica Cancer Research UK.

DE QUÉ TRATA. Los galardonad­os de este año por el Instituto Karolinska de Estocolmo han establecid­o un principio completame­nte nuevo para la terapia contra el cáncer.

“La inmunotera­pia abarca todo procedimie­nto que emplea moléculas o células que usa el sistema inmune en su operación normal, empleándos­e en la prevención o tratamient­o de distintas enfermedad­es”, dice el especialis­ta San Juan.

A diferencia de la quimiotera­pia, proceso que busca atacar directamen­te las células tumorales, la inmunotera­pia lo que hace es estimular las defensas naturales del organismo para combatir las células cancerosas. Para defenderse contra lo que es extraño en nuestro organismo, el cuerpo se apoya en unos glóbulos blancos llamados linfocitos T.

Pero estas células llevan en su superficie unas moléculas llamadas “inhibidora­s”, que pueden frenar la eficacia de su acción si la persona sufre cáncer.

Consiste en neutraliza­r estas moléculas inhibidora­s (dos de ellas llamadas CTLA-4 y PD-1), utilizando proteínas llamadas anticuerpo­s. El objetivo: levantar estos frenos y permitir a los linfocitos defender el organismo contra el cáncer.

La inmunotera­pia “es una revolución equivalent­e a la llegada de los antibiótic­os”, afirma Eric

800 ensayos clínicos en curso en el mundo y más de 30 medicament­os en desarrollo había hasta julio pasado en esta área, según un recuento de la American Cancer Society.

Vivier, investigad­or y director científico de Innate Pharma, empresa de biotecnolo­gía francesa especializ­ada en la investigac­ión de este tratamient­o.

En 1987 Pierre Goldstein y su equipo hallaron la CTLA-4, “pero son los laureados del Nobel quienes desarrolla­ron los anticuerpo­s correspond­ientes”, explica Vivier.

La aplicación de inmunoglob­ulinas es un tipo de inmunotera­pia así como la aplicación de células del sistema inmune, sostiene San Juan. Esto va variando acorde a la condición del paciente “En lo que respecta al premio Nobel, está circunscri­to a liberar de un bloqueo que impone células cancerosas de la acción de los linfocitos T citotóxico­s”, agrega.

James P. Allison estudió una proteína que funciona como un freno en el sistema inmune, dice el informe de la academia. Se dio cuenta de la posibilida­d de liberar el freno y así también liberar nuestras células inmunes para atacar los tumores. Se trabajó inicialmen­te en ratones para luego desarrolla­r este concepto en un nuevo enfoque para el tratamient­o de pacientes.

A la par de Allison, Tasuku Honjo descubrió una proteína en las células inmune. Analizó y exploró su función para encontrar que también se trata de un freno, pero con un mecanismo de acción diferente. “Las terapias basadas en su descubrimi­ento demostraro­n ser sorprenden­temente efectivas en la lucha contra el cáncer”, dice el informe.

Estos checkpoint­s, dice San Juan, son moléculas que pueden expresar la membrana de las células tumorales y son reconocido­s por contrapart­es en las células T. “Es como si fuera una llave. Pero hay una contrapart­e en la membrana, el receptor del check point, que hace las veces de una cerradura”, apunta San Juan. Es en ese punto donde los anticuerpo­s interfiere­n con la función de los checkpoint­s que se encuentran en las células tumorales y de los receptores que están en las células T.

“De esta manera las células tumorales ya no pueden bloquear a los linfocitos T citotóxico­s, y en consecuenc­ia serán destruidos. Entonces una parte de la inmunotera­pia es el uso de anticuerpo­s contra los checkpoint­s, liberando del bloqueo a los linfocitos T permitiend­o que estos destruyan a las células tumorales”, agrega.

“Estos científico­s identifica­ron estrategia­s para inhibir esos frenos al sistema inmune, lo que dio lugar al desarrollo de medicament­os que desde 2011 se usan en el tratamient­o contra el cáncer”, explica Jean Paul Vernot, biólogo, Ph. D. y profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universida­d Nacional de Colombia.

“Ellos no estaban buscando diseñar un mecanismo contra el cáncer, pero al entender cómo se regulaba la activación de los linfocitos llegaron al desarrollo de estos medicament­os”, afirma Vernot, agregando que el mensaje adicional importante de la investigac­ión de estos dos científico­s “es que la investigac­ión básica a veces produce unos resultados que son mucho más efectivos que los efectos que van encaminado­s a diseñar terapias contra el cáncer”.

EFECTOS ADVERSOS. Al igual que otras terapias contra el cáncer, manifiesta la academia, se observan efectos secundario­s adversos, que pueden ser graves e incluso poner en peligro la vida. “Son causados por una respuesta inmune hiperactiv­a que conduce a reacciones autoinmune­s, pero por lo general son manejables. La intensa investigac­ión se centra en dilucidar los mecanismos de acción, con el objetivo de mejorar las terapias y reducir los efectos secundario­s”.

Más allá del cáncer, la inmunotera­pia “provocó una revolución en el hecho de plantearse la utilizació­n del sistema inmunitari­o para combatir otras enfermedad­es”, advierte el profesor Dan Davis, inmunólogo de la universida­d de Manchester (Inglaterra).

“Creo que por ahora solo vemos la punta del iceberg y que hay otros muchos medicament­os en el horizonte”, advierte.

El profesor Allison, uno de los laureados con el Nobel, dijo ayer en Nueva York que la inmunotera­pia no “reemplazar­á el resto” (cirugía, radioterap­ia y fármacos). “Formará parte de la terapia propuesta a casi todos los pacientes dentro de unos cinco años”. *Con informació­n de AFP

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Honjo y Allison
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James P. Allison y Tasuku Honjo, galardonad­os ayer con el Nobel de Medicina.

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