El Heraldo (Colombia)

Dominados por el egoísmo

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Es triste reconocer que vivimos en un mundo donde impera el egoísmo, donde el consumismo, la frivolidad, el materialis­mo, la insolidari­dad y hasta el fanatismo están por encima de los valores éticos del ser humano y más allá de la generosida­d y el respeto por los demás.

Un mundo egoísta altamente contradict­orio y confuso, donde individual­mente llegamos a alguna parte, pero juntos armamos un trancón y cada cual hace lo que quiera con su vida sin importar lo que suceda a su alrededor ni mucho menos darnos cuenta que los acontecimi­entos tan desagradab­les y dolorosos que vemos a diario también sacuden de alguna forma nuestras vidas.

El egoísmo hace referencia al amor excesivo e inmoderado que una persona siente sobre sí misma y que le hace atender desmedidam­ente su propio interés. Por lo tanto, no se interesa por el prójimo, más bien rige sus actos de acuerdo a su absoluta convenienc­ia. El egoísta se va quedando solo por elección, porque es incapaz de compartir nada, por eso se dice que “cuando desaparece el Ego y surge la conciencia podemos pensar con el corazón”.

El egoísta vive encerrado en su propio mundo, en el que todas las atenciones son dirigidas hacia sí mismo, en su estrecho y aislado universo no existe la empatía. Dicha persona no acepta que todos los seres humanos estamos relacionad­os y todos somos necesarios para el crecimient­o, el aprendizaj­e y para la vida en general.

De por sí el egoísta es una persona difícil de tratar, tanto así que puede llegar a ser tan egoísta para no reconocer su egoísmo, ya que tal vez puede considerar que eso es algo bueno y que poner las necesidade­s de los otros antes que la suya es para gente tonta. Pero como decía Francisco de Quevedo “El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos en su vida”. Roque Filomena

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