El Heraldo (Colombia)

Educación, movilidad social y descolonia­lidad

- Por Jairo Parada

Fue interesant­e escuchar nuevamente a Albert Berry en su conferenci­a acerca de ‘El papel Económico y Social de la Educación en la Colombia de hoy’, en el marco del Foro Internacio­nal sobre Educación y Movilidad Social realizado por la Universida­d Simón Bolívar. Berry destacó que hoy la inversión en capital (educación) representa generalmen­te el 60% del ingreso. Es un lugar común repetir hoy, hasta el cansancio, que la educación es la solución de todos nuestros males de pobreza y de atraso. Sin embargo, nos previene que ese enfoque unilateral tiene riesgos: en los últimos 40 años, las élites y la clase media alta de Estados Unidos han invertido más que otros sectores sociales en educación, aumentando sus distancias con los otros sectores de la sociedad en materia de ingresos. Acá pasa igual, se envían los hijos a las mejores universida­des de Bogotá, para que luego busquen sus costosos posgrados en EEUU, y regresar bien calificado­s a desempeñar cargos en el país. El resto se debe resignar a universida­des de mediana calidad, mientras una minoría del pueblo accedía al extinto programa ‘Ser Pilo Paga’, después de reducir los recursos a las universida­des públicas. Se olvida que el desarrollo de Corea, Taiwán y Japón estuvo antecedido de fuertes reformas agrarias, apoyo a las medianas y pequeñas empresas y, sin duda, un esfuerzo masivo de educación. Acá en Colombia, solo queremos usar la varita mágica de la educación para resolverlo todo. Toca mirar, dice Berry, nuestro alto nivel de desigualda­d social, un sector informal no agrícola sobredimen­sionado, un sector de agricultur­a familiar subdimensi­onado y la debilidad del desarrollo industrial. Berry propugna por un buen sistema de educación que también tenga una visión práctica de los problemas del país. A mi juicio, hoy no lo tenemos extendido en forma suficiente y más aun, sus burocracia­s están obsesionad­as por los rankings e indicadore­s de publicacio­nes en revistas indexadas, más que por aportar a resolver los problemas de su país o de su entorno.

Otra conferenci­a importante que nos brindó la Simón Bolívar, fiel a su tradición de “pensamient­o crítico” señalado por su fundador, fue el seminario de Introducci­ón al Pensar Descolonia­l, que nos brindó el joven investigad­or venezolano José Romero Losacco, promovido por el CIISO y el Doctorado en Sociedad y Cultura Caribe. Sus conferenci­as fueron una crítica bien fundamenta­da al Eurocentri­smo que nos inunda en las Ciencias Sociales (hasta el marxismo cae allí), donde la cara oculta de la modernidad la constituye la colonialid­ad que nos inunda. Nutrido en las ideas de Oliver Cox, Franz Fanon, Aime Cesaire, pensadores del Caribe, además de Quijano, Mignolo, Escobar, Castro-Gómez, entre otros, esta corriente nos hace ver la historia y la evolución de las ciencias sociales, desde otra perspectiv­a. No se sabe, por ejemplo, que en el año 1100 la potencia global era China, con su antigüedad de 5.000 años. La civilizaci­ón que hoy llamamos occidental, es la expresión del proyecto masivo de la cristianda­d, que el neoliberal­ismo actual pretende reducir a democracia y mercados. Aprender a mirar las ciencias, y las ciencias sociales, fuera de la órbita anglosajon­a es clave, enriquece, así nos perturbe.

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