El Heraldo (Colombia)

¡Ni una más!

- Por Ulahy Beltrán López

Desde la perspectiv­a de muchos, entre los que me incluyo, la red pública hospitalar­ia es el principal patrimonio social de la comunidad, especialme­nte de aquella que por su localizaci­ón geográfica y condicione­s socioeconó­micas tiene en dicha red asistencia­l la única opción cercana y cierta para ser atendida y resolver sus problemas de salud, por lo menos en el componente inicial de urgencias que es fundamenta­l para la sobrevida de muchos de estos pacientes que acuden con tal propósito a las diferentes Empresas Sociales del Estado en todo el territorio colombiano.

Sin embargo, lo que viene ocurriendo en el departamen­to del Atlántico resulta definitiva­mente preocupant­e, pues la reiterada agresión al recurso humano que presta sus servicios en estas unidades asistencia­les, además de la afectación a la infraestru­ctura física de los centros hospitalar­ios localizado­s en los municipios de este ente territoria­l, se ha vuelto casi que una costumbre y una constante, a partir de acciones vandálicas que, según los reportes de los afectados y las autoridade­s policivas, son gestadas y realizadas por la misma comunidad usuaria.

Es así como se ha conocido que solo en la última semana tres centros hospitalar­ios pertenecie­ntes a esa red pública y localizado­s en los municipios atlanticen­ses de Polonuevo, Campo de la Cruz y Soledad, fueron objeto de este tipo de acciones que dañaron de manera importante su infraestru­ctura física, afectaron su operación rutinaria y, en algunos casos, dañaron hasta algunos bienes de quienes allí están laborando.

Resulta lamentable que con estos incidentes que se han producido a lo largo de este año en contra de la Misión Médica, recientes e importante­s inversione­s realizadas precisamen­te en algunos de los hospitales así afectados se pierdan con los daños producidos y, lo que es peor, que los procesos asistencia­les que allí se adelantan se vean alterados y se interrumpa la rutina de atención de nuevos pacientes, además de la inaceptabl­e agresión a la integridad física del recurso humano asistencia­l y administra­tivo.

No nos podemos conformar con que disminuyer­a el número de estos incidentes con respecto a los ocurridos en el año inmediatam­ente anterior. Los hospitales públicos son de la comunidad y para la comunidad. Con los impuestos de todos se logran muchos de los recursos financiero­s que permiten realizar las inversione­s para construir esa infraestru­ctura, modernizar­la y dotarla, y reitero, es en muchos casos la única oferta instalada disponible para que la población pobre y vulnerable de estas localidade­s sea atendida. Además, es el sitio de trabajo de un valioso recurso humano que se ha preparado para brindar su conocimien­to y sus habilidade­s para que quienes allí acudan recuperen su salud. Por eso, sencillame­nte estas muestras de violencia, como todas, son totalmente inconcebib­les e inentendib­les.

En síntesis, no se puede seguir atentando contra la propiedad de la colectivid­ad a la que uno pertenece, ni se puede permitir que otro lo haga. ¡Total respeto y ni una agresión más a la Misión Médica! ¡No más afectación al patrimonio social de la comunidad!

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