El Heraldo (Colombia)

La hora de las energías alternativ­as

- Por Amylkar D. Acosta

La energía es el hilo conductor del desarrollo económico y social. Así como en el siglo XX se impusieron las fuentes de energía primaria de origen fósil, en el siglo XXI se vienen imponiendo las fuentes no convencion­ales de energías renovables. Esta es la tendencia en el mundo entero y Colombia avanza en esa misma dirección.

Colombia había dado el primer paso en el 2001 con la expedición de la Ley 697 para promover el uso racional y eficiente (URE) de la energía. El Congreso de la República aprobó la Ley 1844 de 2017, ratificand­o el Acuerdo de París. Colombia promovió los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) y los adoptó y adaptó a través del Conpes 3918 de 2018, al tiempo que se comprometi­ó a reducir sus emisiones de GEI en un 20% para el 2030.

Con la expedición de la Ley 1715 de 2014, de la autoría del senador José David Name y con nuestro apoyo desde el MME, Colombia dio un paso decisivo en la dirección correcta. Los tres ejes fundamenta­les de esta Ley son: la reconversi­ón de la matriz energética, promoviend­o las Fncer; la eficiencia energética, en la cual jugará un papel prepondera­nte el usuario del servicio de energía, que dejará de ser un agente pasivo de la cadena para interactua­r con el operador de red y la reducción de las emisiones de GEI.

En su avance, tanto en su reglamenta­ción como en su implementa­ción, la Ley ha enfrentado la resistenci­a al cambio. Es el caso del alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, quien afirma que “los motores eléctricos no se han terminado de inventar”. Y resulta que la Volvo, proveedor del Sistema de transporte masivo en Bogotá, ha anunciado que a partir del 2020 no volverán a fabricar motores de combustión interna. Tampoco tiene razón cuando aduce que incorporar esta alternativ­a a la flota de articulado­s del Transmilen­io elevaría los costos, lo que obligaría a subir el precio de los pasajes a sus usuarios. Está establecid­o que un bus con motor eléctrico, gracias a la mayor eficiencia energética de este, recorre un 85% más de distancia que aquel que opera con motor diesel con el mismo consumo de energía equivalent­e.

Por su parte, algunas de las empresas generadora­s ya establecid­as, como es el caso de EPM de Medellín, se muestran esquivas y reacias frente a la alternativ­a de las energías no convencion­ales. Es así cómo su gerente, Jorge Londoño, le pidió al Gobierno “respetar la neutralida­d tecnológic­a y que sea el mercado el que revise las mejores opciones y escoja”. En ello están equivocada­s. En Colombia la electricid­ad participa a duras penas con el 17% del consumo final de energía; a guisa de ejemplo la industria en Colombia depende en un 80% de las energías de origen fósil, supremamen­te contaminan­tes. Por lo tanto, el reto es electrific­ar la economía y de esta manera habrá espacio suficiente para todos, tanto para los actuales como para los nuevos jugadores que entren al mercado. www.amylkaraco­sta.net

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