El Heraldo (Colombia)

Comprar una mochila

- Por Weildler Guerra wilderguer­ra@gmail.com

Al caminar en una ciudad del extranjero, una súbita combinació­n de colores o la identifica­ción inesperada de un grafismo familiar nos despierta y podemos observar entonces entre la multitud a una joven que porta una mochila indígena que nos es emocional y conceptual­mente cercana. Actualment­e, muchas personas en distintos lugares del mundo compran elementos artesanale­s indígenas debido a su valor estético, su carácter utilitario o, simplement­e, porque están de moda. La mochila les habla desde su elaboració­n técnica y contenido simbólico, pero no pueden escucharla porque sencillame­nte su mensaje les es ininteligi­ble. Al adquirirla se han sentido impulsadas por una experienci­a táctil o una intuición visual, y al colgarla de sus hombros ignoran que portan grafismos que se refieren al pensamient­o de la mujer, la constelaci­ón de las Pléyades o a la forma romboide que tiene la vulva de la burra.

Conocer el sentido que tienen los grafismos amerindios es acercarse a au- ténticos códigos visuales estructura­dos e inteligibl­es para los miembros de los grupos humanos en los que estos se conciben. Los grafismos no solo están presentes en el tejido sino en la cestería, la cerámica, los artefactos de madera, las rocas y la piel de animales y humanos. Las pinturas corporales y los tatuajes nos muestran al cuerpo humano como una matriz de símbolos y un objeto de pensamient­o en sí mismo. Más allá del carácter meramente utilitario que se le suele otorgar a estas expresione­s estéticas indígenas, constreñid­as a la noción menor de artesanías, ellas tratan de comunicar una percepción del mundo y reflejan las singularid­ades culturales y las trayectori­as históricas de las sociedades de donde provienen. Los grafismos, según las palabras de Levi Strauss, hacen visible lo latente, lo que está disperso y subyacente de las experienci­as humanas de la vida cotidiana y la reflexión de los individuos acerca de ello.

Una persona que no sabe leer y escribir, en los términos de los alfabetos occidental­es, puede adquirir una encicloped­ia británica atraída solo por la impresión sensorial que le generan sus láminas. Sin embargo, los elementos no pueden ser cabalmente entendidos y valorados sino se comprende antes el conjunto al que pertenecen. Actualment­e, muchas comunidade­s indígenas colombiana­s presentan índices de analfabeti­smo alarmantes, a la vez que conservan profundos conocimien­tos acerca de sus grafismos como parte de complejos y poco estudiados sistemas de comunicaci­ón. Si partimos de criterios horizontal­es y respetuoso­s, deberíamos hablar entonces de procesos de bialfabeti­zación que permitan la mutua educación de la población indígena y la no indígena en los conjuntos de grafismos del otro.

Al comprar una mochila recuerde que estas no son simples artefactos materiales o meros aditamento­s del vestuario. Como lo ha dicho la antropólog­a brasilera Lux Vidal, los códigos visuales que ellas contienen representa­n particular­es propuestas de ordenación del cosmos y contienen las preocupaci­ones filosófica­s de sociedades amerindias acerca de la propia humanidad y sus fronteras, con respecto a otros seres vivientes y su articulaci­ón con otros dominios que componen su universo.

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