El bombazo de Triple A
En octubre de 2006, un foro sobre la Triple A vaticinó lo que iba a pasar. Más que un vaticinio fue un análisis descarnado al cual mucha gente no le ‘paró bolas’. En esa fecha se dijo que el negocio con la empresa era una crónica de desfalcos y defraudaciones del erario público “al abrigo de la política neoliberal”. Así lo retrataba una radiografía del momento, cuyo desenlace 12 años después vive –o sufre– la ciudad.
Cuando llegó a la vida de los barranquilleros en julio de 1991, Triple A fue vista como la gran salvadora del caótico servicio de agua potable prestado por las Empresas Públicas Municipales, exprimida por los políticos hasta los estertores de su muerte.
La noticia de ayer, a grandes titulares de prensa de hoy, no sorprende. Más bien la opinión pública se pregunta por qué se demoró tanto la Fiscalía para llegar a donde ahora ha llegado. Nunca es tarde, más cuando el operador, en este caso Triple A, está rodeado de escándalos en los últimos años.
Hay que ver, Triple A presta un buen servicio y reemplazó a una empresa modelo latinoamericano hasta 1960. Mucha gente no sabe que ese modelo sirvió a la exitosa EPM de Medellín para forjar el emporio que hoy es. El bombazo anunciado por el mismo Fiscal general aquí, no nos deja perplejos, pero sí muy preocupados porque el manejo de Triple A pasará a manos de la Sociedad de Activos Especiales y del Distrito de Barranquilla y un manto de dudas sobre la operación del servicio cubre la ciudad. Además es la segunda empresa prestadora de servicios básicos intervenida. Antes lo fue Electricaribe.
El material probatorio en poder de la Fiscalía deja ver 17 años de pagos aparentemente fraudulentos a través de un “contrato de asistencia técnica, que habrían causado un detrimento patrimonial del orden de $236.853 millones”. Ese contrato es de septiembre de 2000, cuando la empresa Inassa y Triple A S.A. acordaron la entrega del 4,5% del recaudo mensual de servicios domiciliarios de alcantarillado, acueducto y aseo, a cambio de una supuesta asistencia en gestión comercial, operativa, administrativa y técnica.
Ahora, con el proceso de embargo y secuestro de 82% de las acciones de Inassa –$202 mil millones– y la entrega en custodia de la Sociedad de Activos Especiales, se salvaguarda un patrimonio, pero se puede arriesgar una operación básica para todas las actividades de la vida diaria.
Que los barranquilleros no terminemos pagando la omisión de algunos funcionarios ineptos o cómplices, o la acción de administradores corruptos y extranjeros que rememoran la Colonia enfundados en falsos pedigríes, ya no de condes y virreyes, sino de eficientes ejecutivos. Con el sofisma de ser una empresa exitosa en el servicio nos habían engañado. Es como si pasados cinco siglos la colonia se repitiera. Es verdad, el que no conoce la historia, o la ignora, está condenado a repetirla. Y así fue.