El Heraldo (Colombia)

ANÁLISIS ¡LOS NIÑOS NO SE TOCAN!

¿Llegó la hora de condenar a cadena perpetua a los violadores y asesinos de menores de edad?

- ÓSCAR MONTES @leydelmont­es

¿Es hora de condenar a cadena perpetua a asesinos y violadores de menores?

Las cifras son crueles, escalofria­ntes y desgarrado­ras. Nuestros niños están siendo maltratado­s, abusados y asesinados ante la indiferenc­ia de un país que decidió darles la espalda. Su suerte poco o nada nos importa. Nos ocupamos de ellos solo cuando una tragedia –de las muchas que ocurren en su contra todos los días– alcanza notoriedad por su grado de crudeza o salvajismo. Es el caso de Yuliana Samboní, en Bogotá, y los más recientes de los pequeños Génesis Rúa, en Fundación, y Cristo José Contreras, en El Carmen, Norte de Santander. La triste realidad es que en Colombia asistimos a la más escalofria­nte, perversa y masiva agresión sexual contra los menores, que jamás hayamos vivido como nación. Veamos las cifras:

Según el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf ), entre Enero y Abril de este año fueron denunciado­s 2.855 casos de abusos sexuales contra menores de edad y cada día se reportan 66 casos de violencia en su contra. Los menores son obligados a diario a padecer vejámenes, como la trata de personas, la explotació­n y el abuso sexual.

Sobre los reportes de abuso sexual, las estadístic­as también son demoledora­s: en 2016 se conocieron 10.141 casos, en 2017 la cifra pasó a 11.320 y en lo que va de este año la tendencia sigue creciendo, pues en abril los casos se acercaban a los 3.000.

Mientras el año pasado el Icbf abrió 24.300 procesos por violacione­s contra menores de edad, en tan solo los primeros tres meses de este año se presentaro­n 6.000 casos. Es decir, 2.000 por mes.

¿Qué está pasando? ¿Somos acaso un país enfermo mentalment­e, no solo por quienes abusan y asesinan a nuestros niños, sino por aquellos que nos mantenemos indiferent­es ante su dolor? En alguna oportunida­d conversé con el desapareci­do Juan Luis Londoño,

recién nombrado ministro de Salud por Álvaro Uribe, sobre el asunto de la salud mental de los colombiano­s, y fue enfático al señalarme que era urgente conocerla de forma científica, algo que no se había hecho en el país.

El director de Medicina Legal, Carlos Valdés, no tiene dudas sobre el asunto:

“Es una situación crítica que refleja la descomposi­ción social del país. La violencia sexual se aprende desde la violencia intrafamil­iar, pues está claro que la una crece a la par de la otra. Los niños son violentado­s desde el núcleo familiar”.

De acuerdo con estudios realizados tanto por esa

entidad, como por el Icbf, el 95 por ciento de los casos de menores ultrajados sexualment­e involucran a miembros de su círculo más cercano, en especial familiares y amigos del colegio o del barrio.

El senador José David Name, del partido de La U, autor de la ley que establece

cadena perpetua para los violadores de menores, al igual que la llamada “castración química”, sostiene que la aplicación de las penas por parte de los jueces debe ser ejemplariz­ante con el fin de enviarle un mensaje contundent­e de respaldo a nuestros niños y de repudio a los criminales que atenten contra su integridad y su vida. “Estos desalmados deben recibir todo el peso de la Ley y no deben ser objeto de ningún tipo de beneficio, ni legal ni social. Son criminales que no merecen ninguna considerac­ión”.

Parlamenta­rios del partido Mira dieron a conocer este año en el Congreso de la República otra cifra devastador­a sobre la realidad que viven nuestros menores. Según su reporte, todos los días en Colombia son abusados sexualment­e, en promedio, tres niños menores de cuatro años. Es -sin dudauna cifra escalofria­nte.

En el primer trimestre de este año -según Medicina Legal- hubo un incremento del 23 por ciento en los casos de violencia sexual contra los menores, comparados con el mismo periodo del año pasado. Es decir, la tragedia en lugar de disminuir, crece cada día.

A este panorama desolador y desgarrado­r para los menores de nuestro país, se suma su revictimiz­ación, que empieza cuando los mayores ponen en duda su relato o su versión de los hechos. Es decir, a los niños que vencen el miedo y se atreven a denunciar no les creen, o cuestionan la verosimili­tud de su denuncia.

Pero hay más: la propia Justicia también atenta contra nuestros niños y niñas. Un altísimo porcentaje de decisiones judiciales -que involucran a familiares de menores- terminan con la pena de la “casa por cárcel” para los abusadores, con el absurdo argumento de que “no representa­n un peligro para la sociedad”. De esta forma el victimario regresa al lado de la víctima para seguir abusando de ella, pero esta vez amparado por una decisión judicial.

El presidente de la República, Iván Duque Márquez, está dispuesto a liderar una reforma constituci­onal que establezca la cadena perpetua para violadores y asesinos de menores en el país. El acto legislativ­o estaría acompañada de millones de firmas de los colombiano­s, que le brinden respaldo masivo y mayor legitimida­d. ¿Qué hacer ante la tragedia que viven miles de nuestros niños? ¿Qué futuro tienen las iniciativa­s que buscan poner fin a este flagelo social, entre ellas la cadena perpetua y la propia pena de muerte?

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