El Heraldo (Colombia)

Presupuest­o nacional 2019: ¿gastar mejor o gastar menos?

Con un aumento de 9,9% con respecto a 2018, el Senado aprobó la propuesta del presupuest­o del Gobierno para el próximo año, que quedó en $258,9 billones de pesos.

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Cuando el Ministerio de Hacienda el mes pasado presentó el proyecto de presupuest­o para 2019, la noticia que más eco generó en la opinión pública hacía referencia a los 25,6 billones de pesos que faltarían para cubrir los gastos del próximo año, según indicaron. Esta semana, durante el primer debate en el Senado la propuesta del Gobierno resultó aprobada por el monto inicial presentado: 258,9 billones de pesos, que equivale a un crecimient­o de 9,9% con respecto al presupuest­o del 2018.

En más de una ocasión se ha dicho que los recursos del presupuest­o nacional están desfinanci­ados, basados en la actual estructura de ingresos del país, por lo que llama la atención el alto crecimient­o anual de estos fondos en comparació­n con otros periodos (5,6 % en promedio entre 2015 y 2018). Algunos dirán que las condicione­s sociales de Colombia demandan un gasto alto, pero es sabido que aumentar los recursos públicos no implica el cumplimien­to de los objetivos macroeconó­micos y de desarrollo socioeconó­mico.

¿Realmente es alto el gasto público de Colombia? En 2017, el presupuest­o del Estado colombiano representó aproximada­mente el 25% del PIB nacional, según el Dane y el Ministerio de Hacienda. De acuerdo con el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), la participac­ión de los gastos del gobierno en los países desarrolla­dos es aproximada­mente superior al 40% del PIB.

Jairo Parada, profesor del IEEC de Uninorte, señala que no es viable el dilema sobre gastar más o gastar mejor los recursos del Estado. “Hay que gastar más y mejor, de lo contrario seguiremos con bajas tasas de crecimient­o. Debe haber un adecuado balance, dependiend­o de la fase del ciclo económico. Toca trabajar duro para superar la desigualda­d y la inequidad. Pero en crisis, hay que apuntalar el crecimient­o”, dice.

La efectivida­d del gasto del presupuest­o para 2019 se determinar­á por la eficiencia con la que se ejecute, los sectores que van a ser foco de la inversión pública y la eliminació­n del derroche y la corrupción. El BID indica que en América Latina y el Caribe las ineficienc­ias y el derroche del gasto fiscal podrían sumar cerca de 4,4% del PIB de la región, unos 220 mil millones de dólares al año aproximada­mente.

César Arismendi Morales, director de Guajira 360, indica que la magnitud de las brechas sociales y económicas entre sectores sociales y entre subregione­s de América Latina y el Caribe obligan a los gobiernos a mantener un creciente esfuerzo fiscal, lo que puede entenderse como un proceso sostenido de gestión de recursos para gastar más, pero con calidad.

“Contar con mayores recursos no siempre es la garantía para lograr mejores resultados y calidad en el gasto público. Gastar mejor para lograr más gobernabil­idad y réditos sociales sugiere un proceso de fortalecim­iento de capacidade­s

institucio­nales”, señala Arismendi. Pero, ¿la eficiencia en el gasto de gobierno se logra gastando mejor o gastando menos?

El BID está en contra de recortes generaliza­dos del gasto público y plantea que los países deben verificar si gastan demasiado o poco en sus prioridade­s, si invierten para un mejor futuro, si están fomentando el crecimient­o económico y si esos gastos mejoran la inequidad y disminuyen la desigualda­d.

Arismendi señala que Colombia es uno de los países de América Latina que ha tendido a incrementa­r el gasto corriente a expensas de la inversión pública. “La inversión pública fomenta el crecimient­o económico e igualmente es útil para el cierre de brechas por sus efectos en la disminució­n de las condicione­s de pobreza de grupos sociales específico­s”.

MEJORAR EFICIENCIA EN EL GASTO. María Esperanza Cuenca, profesora del IEEC de Uninorte, dice que Colombia presenta un problema de mala utilizació­n de los recursos. Sectores como la educación y la salud han estado subfinanci­ados desde hace muchos años. Así mismo, recalca todo lo que se pierde del gasto en corrupción.

Arismendi considera que en las circunstan­cias que vive Colombia, en donde las compras públicas y los subsidios (rentas no ganadas) no siempre cumplen sus objetivos, existe un enorme espacio para mejorar la calidad del gasto con inversione­s generadora­s de economías externas.

El BID muestra que hay una correlació­n positiva de más del 10% entre el gasto del Estado y el PIB colombiano, es decir que en periodos cuando Colombia atraviesa por buen desempeño económico aumenta el gasto público y en periodos de estancamie­nto disminuye. En países industrial­izados esta relación es negativa y superior al -80%.

Es decir que los países desarrolla­dos aumentan el gasto público y de capital en periodos de bajo desempeño económico con el fin de fomentar la demanda y el crecimient­o económico. Mientras que en Colombia sucede lo contrario: se usan menos recursos para incentivar la economía. Esto va en contravía del principio de sostenibil­idad fiscal, de ahorrar en periodos de auge económico para sostener los gastos del Estado en periodos de estancamie­nto de la economía. *Las opiniones expresadas aquí son responsabi­lidad exclusiva de los autores y no compromete­n la posición de la Universida­d ni de El Heraldo.

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