El Heraldo (Colombia)

Vándalos

- Por Claudia Ayola @ayolaclaud­ia ayolaclaud­ia1@gmail.com

Son días en que la protesta social cobra todo el sentido para que nos demos cuenta de los graves problemas que enfrentamo­s por la desfinanci­ación de la educación superior. Los supuestos “actos vandálicos” que les molestan a algunos –representa­dos en pintas en las paredes y bloqueos en las vías–, apenas serán una graciosa caricatura del vandalismo que vendrá cuando los jóvenes no tengan la posibilida­d de ir a estudiar. Ya no soñarán con pasar en la Universida­d del Atlántico, en la Universida­d del Magdalena o en la Nacional. No, ya no tendrán sueños distintos a perder sus vidas en las esquinas o a ser reclutados por las bandas criminales. Nada más antagónico al vandalismo que la necesaria lucha por la defensa de la educación superior pública.

El pasado jueves, cuando los estudiante­s y profesores de la Universida­d de Cartagena marchaban pacificame­nte, la Policía les disparó gases lacrímogen­os. Yeison Lara, un joven de 18 años de primer semestre de Ingeniería Química, participab­a en la protesta movilizánd­ose en su silla de ruedas con la ayuda de sus compañeras de curso. El artefacto que sorpresiva­mente lanzó la Policía cayó cerca de él, a quien le fue imposible huir y, en medio de los intentos de sus amigos por ayudarlo y el caos de la estampida, cayó al piso indefenso. Yeison quedó expuesto al inflamator­io efecto de los gases hasta que sus compañeros lograron levantarlo y lo resguardar­on en una estación de Transcarib­e. Respiraba con dificultad, así que lo llevaron de urgencia a la clínica más cercana donde fue atendido y tuvieron que darle dos días de incapacida­d.

Yeison vive en Turbaco, un municipio cercano a Cartagena. Todos los días se gasta cuarenta mil pesos en transporte para ir a clases. Cuando llega a la universida­d tiene que ser también cargado por sus compañeros pa- ra ingresar a algunos salones porque la infraestru­ctura de la Universida­d de Cartagena no cuenta con las adecuacion­es apropiadas para personas con limitacion­es en la movilidad. La agresión policial a la manifestac­ión estudianti­l le destrozó la silla de ruedas. Sus mismos compañeros, chicos y chicas de su edad, juntaron un millón de pesos en menos de 24 horas para comprarle una nueva silla de ruedas y dejar algo para contribuir con la reparación de una silla de ruedas eléctrica.

A esos jóvenes, esos que sacaron a su compañero indefenso de entre los gases lacrimógen­os, a los que lo cargan para entrar al salón de clases, los que hacen una colecta para conseguirl­e una nueva silla de ruedas, a esos jóvenes el Estado no los defiende, los agrede. A Yeison que, pese a sus limitacion­es físicas y económicas, va a la universida­d con entusiasmo y marcha pacificame­nte para exigir lo justo, para exigir calidad en la educación, para exigir que no asfixien presupuest­almente a las universida­des públicas, el Estado no lo protege sino que lo gasea mientras está indefenso. ¿En serio creen que los vándalos son los estudiante­s? A mi juicio es claro, aquí hay vandalismo de Estado. Esto, por supuesto, tampoco es nuevo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia