El Heraldo (Colombia)

Columna marihuaner­a

- Por Lola Salcedo C. losalcas@hotmail.com

En mala hora se le ha ocurrido al presidente Duque empezar una batalla campal en contra del consumo de drogas y zambulló a la marihuana en esa lid. Aclaro que en este artículo siempre me estaré refiriendo al consumo de la hierba por parte de adultos, personas mayores con conocimien­to de causa, y excluyo toda referencia a los niños como consumidor­es: ese es un horror que solo la prevención mediante la educación de padres e hijos se corrige. Insisto que hablo del consumidor maduro que conoce lo que disfruta y hace al fumar la hierba, que muchos médicos están recetando para el dolor a personas que sufren padecimien­tos realmente aterradore­s porque el canabidiol que tiene la marihuana logran obtener efectos analgésico y tranquiliz­ante. Hablo de consecuenc­ias de la quimiotera­pia o la radioterap­ia y del cáncer mismo en su nivel IV y de otro tipo de enfermedad­es de las que llaman huérfanas, que poco se sabe hacer con ellas y minan las defensas de sus víctimas.

La noticia de la persecució­n del varillo, aunque se sigue hablando de dosis personal, me llevó a guardar un texto que puso en su muro de Facebook el gerente general de la IPS Restaura tu Vida, institució­n especializ­ada en atención a consumidor­es de sustancias sicoactiva­s en Sucre. Don Pablo Badel Rey, dice: “Suben el presupuest­o para comprar armas, bajan el de educación y la gente celebrando un decreto que le da poder a la policía para ser más arbitraria de lo que ya es. Tal como ocurrió en la época de la prohibició­n del alcohol en los Estados Unidos los indicadore­s de consumo se disparan, los ‘polijíbaro­s’ cobrarán por liberar zonas para el traqueteo local o se quedarán con el negocio. ¿Cuándo cambiaremo­s el chip en el país del Sagrado Corazón?” A esto mismo se refirió el expresiden­te Gaviria en una entrevista de dos noches que le hizo Yamid Amat: hacía la misma referencia de Badel pero añadía que fue esa prohibició­n la que fortaleció y constituyó la mafia italiana, viva hasta el día de hoy.

En cuanto al consumo infantil, que me espanta y hay que prevenir con educación y mucha creativida­d así como con justicia social para cerrar la brecha existente, es muy difícil que le vendan un cigarrillo de marihuana a un niño y que lo prenda en el colegio, porque es como una boleta de captura: tiene un olor bastante pegajoso muy reconocido (aunque todos dicen que jamás fumaron) y el humo viaja lejos. A los niños los están intoxicand­o con drogas de diseño industrial, tipo éxtasis o metacualon­a, que son cocidas con dulce y entonces les regalan la bolita y cuando son adictos (muy pronto), como no tienen para pagar los convierten en correos, en jíbaros al interior del colegio o los prostituye­n. Los fumadores de marihuana son adultos tranquilos que lo hacen por diversión y relax o para calmar un dolor. La educación y la igualdad nos harán libre y de allí devienen los programas y fórmulas para acabar el consumo en menores de edad sin que intermedie­n los uniformado­s.

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