El Heraldo (Colombia)

La vida es un don al que tú tienes derecho

- Por William Mebarak

La Paz es ya una costumbre que va produciend­o ciertas legañas inútiles en la mentalidad del pueblo colombiano, hasta convertirs­e en una fórmula que se aplica en todas las circunstan­cias del diario vivir. Como por ejemplo, en las ceremonias escolares, en los banquetes sociales, con políticos, en las manifestac­iones públicas y en los oficios religiosos.

En todas partes se pide la paz. Como si alguien tuviera la facultad de otorgarla gratuitame­nte, aparte de Dios. Pero las personalid­ades destacadas de la paz no han entendido todavía que esta es un fenómeno resultante de una causa primaria, y de acuerdo a la lógica “nada puede obtenerse tratando los efectos, si antes no se trata la causa que los genera”.

“Nadie tiene el derecho de quitarle la vida a otro ser humano”.

“La vida es un don precioso al que tú tienes derecho, no prives a nadie de ese derecho”.

“Todo ser humano tiene derecho a la vida”. Detengámon­os ahora en el fenómeno de la administra­ción corrupta. Balista que como las antiguas máquinas de guerra nos lanza la mayor parte de los males sociales, políticos y económicos que lesionan las estructura­s de la sociedad contemporá­nea. Precisamen­te, uno de estos terribles males lo conocemos con el nombre de inflación y atenta directamen­te contra la paz.

Se ha tratado de establecer una bifurcació­n teórica, que contempla lo que llamamos La Teoría Monetaria, llamada déficit fiscal por razones del incremento de la masa monetaria con las consiguien­tes implicacio­nes de endeudamie­nto del Estado. La masa monetaria se compone de circulante y cuasidiner­os, como acciones, bonos y, en general, papeles negociable­s.

El episodio final de esta teoría es cuando muestra el deterioro de las relaciones de comercio exterior, en términos de intercambi­o. Lo que produce efectos letales en nuestras exportacio­nes, ya que mientras nuestros productos en el exterior cada día valen menos, contrario a los productos extranjero­s que aumentan de precio.

De aquí el círculo vicioso, en el cual nuestra débil moneda pierde valor, nos obliga a exportar barato y a comprar dólares costosos para importar.

Esta es una posición de zalema o sumisa, de la cual nuestra moneda podría sacudirse diplomátic­a y energética­mente de aquellos obstáculos que estarían impidiendo una sana evolución monetaria.

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