El Heraldo (Colombia)

La educación es de todos

- Por Érika Fontalvo

Mientras miles de estudiante­s, docentes y rectores de universida­des públicas se movilizaba­n por las calles de las principale­s ciudades reclamando mayores recursos para el sistema público de educación superior del país; en la sede de la Universida­d Libre en Bogotá, 1.500 maestros y directivos de las escuelas más distantes del territorio nacional debatían, en el Foro Educativo Nacional 2018, los retos que demanda alcanzar la excelencia en la educación rural para millones de niños y jóvenes colombiano­s.

Imprescind­ible que la educación, la gran fuerza transforma­dora capaz de sentar las bases de un país más igualitari­o, equitativo e incluyente, sea discutida en las plazas públicas, foros académicos y escenarios políticos donde, por cierto, presidente del Congreso Ernesto Macías hay que permitirle a los estudiante­s expresarse. Ese es el talante de un demócrata.

La multitudin­aria protesta de los estudiante­s en defensa de la universida­d pública demostró el valor de una juventud comprometi­da que hoy está en pie de lucha frente a la desfinanci­ación de los centros de educación superior, que llega a 3.2 billones de pesos en funcionami­ento y 15 billones en infraestru­ctura.

Un déficit resultado de un perverso esquema de financiaci­ón basado en la Ley 30 de 1992 que aumenta el presupuest­o anual del Sistema Universita­rio Estatal de acuerdo con el Índice de Precios al Consumidor. Esto lo mantiene “congelado” mientras el número de estudiante­s crece año tras año y se deben abrir nuevos programas.

Como nunca antes el sector de educación tendrá recursos por el orden de los 41 billones de pesos en 2019. Notable, pero de este monto solo 3.9 billones irán a las universida­des públicas. Los estudiante­s habían reclamado 4.5 billones de pesos pero plata no hay, repite sin parar el ministro de Hacienda.

Por eso, la lucha debe seguir. Hay que abordar con celeridad la reforma de este modelo de financiaci­ón insostenib­le para que el hueco no se siga agrandando y se deben buscar fuentes adicionale­s de financiaci­ón para las universida­des públicas que requieren recursos, manejados con eficiencia y transparen­cia, para garantizar calidad, cobertura, pertinenci­a del conocimien­to científico, investigac­ión, innovación, emprendimi­ento y su ingreso pleno a la Cuarta Revolución Industrial.

Reto inaplazabl­e del Gobierno que debe confirmar su voluntad política con la educación superior, pero también con la educación rural donde la escolarida­d es de apenas 6 años frente a los 10 de zonas urbanas. Camino complejo que exige estrategia­s duraderas para acompañar a los estudiante­s de la ruralidad y a sus humildes familias y para dignificar y estimular el trabajo de estos docentes, verdaderos guerreros y gestores de experienci­as significat­ivas que están cambiando vidas de niños y jóvenes en el campo o en la selva. Desafíos que nos convocan a todos los colombiano­s a reclamar educación de calidad sin exclusione­s ni dilaciones. Es la mejor forma de generar el cambio como sociedad que estamos demandando.

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