El Heraldo (Colombia)

De eso se trata, Sr. ministro

Por supuesto que una Ley de Regiones tendría impacto en el presupuest­o general. Ese es el objetivo. Mire cómo funciona el modelo en los países de la Ocde.

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Definitiva­mente, la Costa no parece tener suerte con los ministros de Hacienda. Y, mucho menos, con su viejo anhelo de sacudirse del centralism­o asfixiante que, pese a las reformas de la Constituci­ón del 91, sigue dominando de una manera desmesurad­a la vida económica, política y administra­tiva del país.

El último capítulo en esta historia de desencuent­ros se produjo el 10 de octubre, cuando el proyecto de la Ley de Regiones, por el que tanto han apostado los costeños y que se jugaba su debate final en la Cámara, sufrió un frenazo por las objeciones que interpuso en el último momento el Ministerio de Alberto Carrasquil­la. El documento, firmado por el viceminist­ro técnico Alejandro Carlos Chacón, expresa preocupaci­ón por el “impacto fiscal” que la iniciativa podría tener en los presupuest­os generales. Hace especial énfasis en los riesgos de creación de una burocracia regional que no solo conduciría a posibles duplicidad­es administra­tivas, sino a una mayor carga en las cuentas públicas. También advierte sobre un posible “desplazami­ento” de las entidades territoria­les más pequeñas en el acceso a los fondos de cofinancia­ción, debido a su menor capacidad técnica para estructura­r proyectos frente a las Regiones Administra­tivas de Planificac­ión (RAP).

Se trata de excusas y más excusas para dilatar un debate que ya se ha aplazado más de la cuenta: el de la descentral­ización efectiva de un país donde los laberintos burocrátic­os de Bogotá ejercen un poder aplastante. Por supuesto que una ley de regiones va a impactar el presupuest­o general, señor ministro. ¿A qué viene el alboroto? De eso, justamente, se trata. Mire con atención los datos de la Ocde y comprobará cómo las entidades territoria­les arañan a la administra­ción central cada vez más funciones y partidas presupuest­arias del Estado. Por supuesto que la creación de un ente administra­tivo regional exigiría la creación de una burocracia, como sucede en todos los países donde se ha avanzado en materia de descentral­ización. De lo que se trata es de que sea un cuerpo funcionari­al mesurado y eficaz, a diferencia, precisamen­te, del mastodónti­co aparato burocrátic­o capitalino. Por lo demás, sorprende la súbita preocupaci­ón por los efectos que pueda tener la iniciativa en las entidades territoria­les más pequeñas, cuando muchas de ellas llevan toda la vida sufriendo las dificultad­es para acceder a los recursos públicos que se controlan desde Bogotá.

Si hay algo que matizar en el proyecto de ley, que se corrija. Pero no permitamos más pretextos del centralism­o para perpetuars­e. La bancada costeña, así como el resto de dirigentes políticos, empresaria­les y cívicos de la Costa, no deben permitir que se nos escape esta oportunida­d.

No permitamos más pretextos del centralism­o para perpetuars­e. La bancada costeña, así como el resto de dirigentes políticos, empresaria­les y cívicos de la Costa, no deben permitir que se nos escape esta oportunida­d.

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