El Heraldo (Colombia)

¡A FONDO CON LA PAZ!

Consecuenc­ias de dejar la negociació­n con las Farc.

- ÓSCAR MONTES @leydelmont­es

La frase del presidente Iván Duque en el Espacio Territoria­l de Capacitaci­ón y Reincorpor­ación (ETCR) de Pondores, Fonseca, en La Guajira, resume el compromiso del jefe del Estado con la negociació­n que hizo el expresiden­te Juan Manuel Santos con las Farc: “A los que genuinamen­te están en la reincorpor­ación y le están cumpliendo a Colombia, les digo que vamos a ayudar a que ese proyecto sea exitoso”.

La visita del presidente a La Guajira sirvió para reafirmar la voluntad del Gobierno con un acuerdo de paz cuya suerte definitiva sigue siendo una incertidum­bre, y que alejó del conflicto armado a miles de combatient­es de las antiguas Farc, quienes hoy están a la espera de que se defina su suerte, tanto política como económica.

En Pondores, por ejemplo, hay cerca de 300 excombatie­ntes desarrolla­ndo diversos proyectos productivo­s, quienes –pese a las dificultad­es– aún creen firmemente en las bondades de la negociació­n. De igual manera, hay miles de ellos en otras regiones del país, también a la espera de que su reinserció­n a la vida civil se dé lo más pronto posible y sin mayores traumatism­os.

Aunque varios de ellos han abandonado los llamados Espacios Territo- riales de Capacitaci­ón y Reincorpor­ación –algunos seducidos por ofertas de grupos guerriller­os, como el ELN– lo cierto es que la mayoría de los excombatie­ntes sigue firmes en su voluntad de paz.

Es con todos ellos con quienes hay que hacer una generosa reconcilia­ción nacional. Que quienes no tienen el compromiso ni la convicción íntima de la reincorpor­ación a la sociedad, como sucede con varios ex jefes de las Farc, entiendan que desertar de los acuerdos firmados significa tener que enfrentar de nuevo al Estado, con todo lo que ello significa.

La difícil situación que atraviesa la negociació­n que hiciera Santos con las Farc tiene que ver con la premura y la ligereza con que fueron abordados asuntos trascenden­tales en La Habana. Cuando ellos fueron ventilados por algunos analistas, de inmediato sus voces las silenciaro­n los amigos de la negociació­n y el propio presidente Santos, quienes no dudaron en graduar a los críticos de los diálogos como “enemigos de la paz”. Los foros académicos y gremiales fueron abiertos para escuchar las voces de los amigos incondicio­nales de La Habana. Los “enemigos de la paz” fueron sometidos a vetos soterrados o abiertos, que impidieron un diálogo franco sobre lo que se estaba negociando. Hoy estamos pagando las consecuenc­ias de esa premura. Uno de esos asuntos fundamenta­les que sale a relucir es el que tiene que ver con la financiaci­ón del posconflic­to, que no es otra cosa que ofrecerles a los excombatie­ntes mejores condicione­s de vida de las que tenían en el monte, cuando eran integrante­s de las Farc. La única manera de alejar a la llamada “guerriller­ada” para siempre de las armas, es brindándol­es condicione­s dignas para su reincorpor­ación a la sociedad.

La paz con las Farc cuesta plata, como costó muchísimo dinero enfrentarl­as durante más de 50 años. De acuerdo con el Ministerio de Hacienda, en tiempos de Santos, financiar el posconflic­to cuesta unos $130 billones durante los próximos 15 años. Ese dinero se invertirá en obras de infraestru­ctura, viviendas, puestos de salud y desarrollo de proyectos productivo­s, como los que llevan a cabo los excombatie­ntes en Pondores, La Guajira.

El 36 por ciento de los recursos que se requieren para sacar adelante las obras contemplad­as saldrá del presupuest­o de la Nación, que no solo está desbalance­ado, sino que tampoco tiene de dónde extraer recursos, pues la olla quedó más que raspada. En total son cerca de 200 municipios que se beneficiar­án de manera directa con las inversione­s que se hagan en los próximos años.

La intervenci­ón del Estado en estas poblacione­s debe hacerse de forma urgente porque, como lo han denunciado distintos organismos internacio­nales, entre ellos la ONU, dichos espacios corren el riesgo de ser copados por organizaci­ones armadas ilegales, como las bacrim y los grupos disidentes de las Farc, como de hecho viene sucediendo en varios de ellos. Para la ONU, este es uno de los mayores riesgos que tiene en la actualidad la negociació­n con las Farc.

De manera que lo peor que puede pasar es que la negociació­n con las Farc quede al garete, puesto que ello significar­ía el retorno a la clandestin­idad de miles de excombatie­ntes, quienes no tendrían salida distinta a la de volver a empuñar las armas. En estos momentos lo que se requiere es pisar el acelerador a fondo para permitirle­s a quienes siguen convencido­s de las bondades de la paz su reinserció­n a la sociedad lo más pronto posible. Pero –sobre todo– para combatir de manera implacable y contundent­e a quienes decidieron retomar la senda de la vía armada. Enfrentar a quienes abandonaro­n los compromiso­s firmados en La Habana no significa “volver trizas” los acuerdos, como aseguran algunos congresist­as de la Fuerza Alternativ­a Revolucion­aria del Común (Farc), sino ejercer por parte del Estado el legítimo derecho de combatir a quienes actúen por fuera de la legalidad. Ello es así de simple y así de contundent­e. ¿Qué está pasando y para dónde van los acuerdos firmados en La Habana?

 ??  ??
 ?? HÉCTOR PALACIO ?? El presidente Iván Duque, durante la visita realizada ayer a La Guajira.
HÉCTOR PALACIO El presidente Iván Duque, durante la visita realizada ayer a La Guajira.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia