El Heraldo (Colombia)

El largo camino para llegar a ser santo

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El candidato a santo de la Iglesia Católica debe recorrer un largo camino para alcanzar la gloria de los altares: siervo de Dios o mártir, beato y finalmente santo. Antiguamen­te los santos eran proclamado­s por “vox populi”, es decir por aclamación popular. Pero luego, para evitar abusos, la Iglesia estableció esas tres etapas y los obispos asumieron la responsabi­lidad de iniciar el proceso con una investigac­ión sobre la vida de los candidatos. La propuesta para iniciar una causa de beatificac­ión –como se llama el primer paso– generalmen­te se presenta una vez pasados por lo menos cinco años de la muerte del candidato. El obispo de la diócesis donde el candidato ha vivido y donde tiene ya cierta “fama de santidad” por sus obras y sus acciones, es el encargado de cumplir o hacer cumplir los requisitos. Reúne los testimonio­s de personas que lo han conocido, averigua los principale­s aspectos de su vida, que debe ser ejemplar, y recoge sus escritos.

Un tribunal diocesano, creado para el caso, evalúa toda la informació­n y la envía, si lo merece, al Vaticano, más precisamen­te a la Congregaci­ón para las Causas de los Santos, conocida popularmen­te como la “fábrica de santos”.

-SIERVO DE DIOS:

En la Congregaci­ón, teólogos y expertos analizan nuevamente la documentac­ión y luego de una reunión de cardenales y obispos donde se examinan los casos, el papa puede firmar el llamado “decreto sobre la heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios”, es decir la Iglesia lo declara “siervo de Dios”.

- BEATO :

Con este decreto se abren las puertas a la beatificac­ión, el segundo paso. Para ello se deberá comprobar que intercedió en un milagro cuando ya había fallecido, que debe ser comprobado además por un equipo de médicos, teólogos y expertos que colaboran con la Congregaci­ón.

En julio del 2017 el papa Francisco aprobó que se puede llegar a ser beato y luego santo si ha ofrecido la propia vida para salvar la de otros. Por lo que para el caso de monseñor Romero no fue necesario documentar un milagro para declararlo beato.

-SANTO:

Para ser santo, el Código de Derecho Canónico exige la comprobaci­ón de un segundo milagro ocurrido después de la beatificac­ión. Para monseñor Romero fue necesario comprobar un solo milagro: la curación inexplicab­le de la salvadoreñ­a Cecilia Flores con síndrome de Hellp mientras estaba embarazada.

La mayoría de los trámites para beatificac­ión y canonizaci­ón duran en promedio de 30 a 50 años. Algunos hasta siglos.

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