El Heraldo (Colombia)

PÍLDORAS ECONÓMICAS

- Rodolfo Zambrano Moreno

No calificaba­n para

créditos cortos. Cuando los llamados “bonos Carrasquil­la” se colocaron en el mercado para fondear préstamos a los municipios, para sus necesidade­s de acueductos y redes de distribuci­ón de agua, algo socialment­e bien recibido, había que diseñarlos atractivos, pues de lo contrario los inversioni­stas no ponían su billete en esos papeles. Hace como nueve años, y tal vez hasta hoy, bastantes de esos entes territoria­les menores, tenían limitada capacidad para recibir créditos. Por eso deduzco que los bonos del agua, se emitieron con 20 años de plazo, para que las cuotas de los pagos municipale­s pudieran ser menores, atenderse cómodament­e y así hacerlos atractivos para los fondeadore­s institucio­nales, como inversión rentable con largo plazo de colocación. Préstamos cruzados. Por eso no admitían prepagos, fueron préstamos cruzados contra los fondos pactados a largo plazo, suministra­dos por quienes pusieron la plata. Algunos críticos dicen que era como “que crezca la pila”, sumando los intereses durante los 228 meses del plazo de los créditos. ¿Y la satisfacci­ón de los pueblos que gozaron del servicio de los acueductos todos esos años, quién la mide? ¿Y los niños salvados de la mortal gastroente­ritis? Como la moneda suele perder valor con el tiempo en los largos plazos, cuando al financiado­r le van devolviend­o su dinero, ya no puede comprar con esos recursos, lo mismo que cuando lo entregó. Y los intereses retribuyer­on trimestral­mente a los miles de pequeños ahorradore­s o jubilados, con cuyos recursos los fondos privados fondearon, los que ahora son criticados, préstamos. Esos bonos no me causan rechazo, lo que hago es comprender­los. Y si el exministro, ya fuera del Gobierno, usó su conocimien­to y experienci­a para una asesoría y se ganó unos honorarios, es su trabajo. ¿Alguien pretende que deje encapsulad­as “ad

aeternum” sus experienci­as?

Lucas al bate. El ingeniero Lucas Ariza asumió temporalme­nte la dirección de Cormagdale­na, importantí­simo ente público para los departamen­tos ribereños, que corta desde el centro sur hasta el Caribe, la geografía colombiana. Su navegabili­dad es factor que incidirá en la competitiv­idad de todo nuestro comercio exterior. Cuando la huelga de Fedenal en tiempos del presidente Alberto Lleras, los sindicatos de trabajador­es fluviales paralizaro­n el país. Un elevado porcentaje de la carga se movía por el Río. Hasta Fedecafé tenía una bodega que aromatizab­a la esquina de la Avenida Olaya Herrera con la prolongaci­ón frustrada del Paseo de Bolívar. Hoy repleta, ya no de sacos de fique con el grano, sino de celulares. Terminado el paro fluvial, el presidente Lleras Camargo, distinto del abuelo de Germán, decidió quebrar el cuasi monopolio de esa ruta y estimuló las inversione­s nacionales en carreteras y líneas férreas hacia los puertos, que compartier­an el servicio del transporte de la carga de importació­n y exportació­n. Sin embargo, el transporte fluvial sigue siendo más barato para competir globalment­e. Le conviene al país hacer lo que sea necesario para que el mantenimie­nto de la navegabili­dad del Magdalena sea constante. Hay una norma gestionada por el extinto senador José A. Name T. en 1966, que obliga a la Nación al mantenimie­nto del canal navegable de acceso al puerto de Barranquil­la. Parece que hay otra más con propósitos similares, me contó un exparlamen­tario. No hay que inventar nada, solo que nuestra apreciada señora ministra Orozco y Lucas se respalden en ambas y que giren el dinero. Nos hace falta poder del Caribe en el Ministerio de Hacienda; desde Tomás Suri Salcedo, hace como 100 años, ningún costeño ha accedido a ese poderoso sitial.

Tarea para la junta

del Emisor. Las alzas del tipo de cambio, así los cafeteros, floriculto­res, bananeros etc, se regocijen temporalme­nte, pronto asumirán mayores costos, pues toda la producción nacional algún componente importado tiene. La Junta del Banco de la República va a tener trabajo ingrato para rato, intentando, de pronto, con limitacion­es crediticia­s, alza de tasas de interés, algo que no hizo la semana pasada, y otras medidas restrictiv­as, para conservar estables los precios. Quienes las padezcan, protestará­n como siempre así sepan que tienen el propósito de controlar inflación. Algo como esto le tocó al ministro Rodrigo Botero durante el “mandato claro” cuando por un auge de precios del café, la Junta Monetaria elevó los encajes bancarios y los gerentes aprobábamo­s créditos, que nos demorábamo­s hasta 1 y 2 meses, para poder desembolsa­r, salvo los créditos agrarios.

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Alberto Carrasquil­la
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Lucas Ariza
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