El Heraldo (Colombia)

Injusticia social

- Por María Fernanda Matus @MariaMatus­V maria.matus.v0@gmail.com

¿Por qué es tan difícil pensar en la justicia social? ¿Por qué se acomodan en sus inicuas burbujas y no miran más allá de sus beneficios? ¿Por qué la mayoría tiene que sacrificar­se por una minoría diminuta? ¿Por qué hay regiones que todavía le suplican al Estado por sus derechos fundamenta­les, por el agua potable, la electricid­ad, la educación de calidad, la salud y la dignidad? ¿Por qué insisten en defender lo indefendib­le? ¿Por qué son tan egoístas? El problema no es el gobierno de turno, es la sociedad; su indiferenc­ia e indolencia. Es la falta de empatía en un país que está mentalment­e enfermo. Nos perdimos y no hemos sido capaces de encontrarn­os.

Gravar la canasta familiar con IVA del 19% en un país en donde el 54% de los hogares no logran tener tres comidas diarias, en donde el salario mínimo no supera los 300 dólares, en donde dos millones de personas viven con $6.000 pesos diarios, en donde uno de cada 10 niños sufre de desnutrici­ón crónica es inaceptabl­e.

En Colombia miles de personas mueren de hambre y sed. Meterle IVA a la canasta familiar es alarmante, por no escribir inhumano. Y no es exageració­n, es el rostro de la injusticia social que nos define. El desarrollo está lejos. Aquí, los pobres están condenados a ser pobres por el simple hecho de nacer pobres. Qué pesadilla, ¿cierto? Algunos insisten en defender este tipo de decisiones que perpetúan la desigualda­d. Y me pregunto: ¿por qué es tan difícil ponerse en los zapatos del otro?

Parece que Colombia se olvidó de los colombiano­s. Qué verdad tan terrible. Nos negamos a mirar la realidad. La compasión es inexistent­e y se justifica lo inaudito. Los impuestos son necesarios para el desarrollo y crecimient­o de los países, deben exigirse, pagarse y respetarse. El problema es que en Colombia no se ven resultados concretos para la cantidad de impuestos que se pagan. La mayoría de ciudadanos viven ahogados por los bajos ingresos y enormes gastos. Es imposible sobrevivir en un país que no permite el progreso de todos. Seguimos dominados y sometidos por la misma clase política… las mismas familias adineradas.

Cobren los impuestos que quieran, los pagamos con mucho gusto y nos dejamos de quejar. Pero antes combatan la pobreza con la única herramient­a que se puede enfrentar: educación de calidad y gratuita. Empecemos a tener un mínimo de empatía por el otro y reconocern­os como parte de un todo. Protejamos la dignidad humana y los derechos fundamenta­les. Salgamos de la comodidad e indiferenc­ia. Pensemos en el otro hasta luchar en contra de la injusticia social y comprender que este es el mayor problema del país.

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Colofón: Las protestas estudianti­les se vieron afectadas por varios escenarios violentos. El Esmad atacó a los estudiante­s y en ciertos puntos se presentaro­n disturbios por parte de algunos encapuchad­os. La violencia es inaceptabl­e en todos los casos. Sin embargo, desviar el debate y deslegitim­ar la protesta social es la excusa perfecta para un gobierno que se niega a negociar con los jóvenes colombiano­s. La educación es prioridad. Y las manifestac­iones serán necesarias hasta que el presidente anteponga en su agenda a los estudiante­s en lugar de Maluma.

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