Ahora sí, que responda
La detención de Ramsés Vargas marca un punto de inflexión para esclarecer la presunta cadena de irregularidades que sufrió la Universidad Autónoma durante sus cinco años de mandato.
La captura, el domingo, del exrector de Uniautónoma Ramsés Vargas, que llevaba varios días esquivando la acción de la justicia, supone un punto de inflexión dentro del proceso para esclarecer la presunta cadena de irregularidades que sufrió el centro académico en sus cinco años de mandato. Vargas fue sorprendido por agentes del CTI en un modesto hotel de Cartagena, donde permanecía hospedado con nombre falso. Unas fuentes sostienen que planeaba huir del país; otras, que pretendía entregarse a las autoridades para buscar una negociación. Sea como fuere, el hecho es que no llegó a entregarse de manera voluntaria, sino que fue atrapado, lo cual le dificultará un posible acuerdo con la justicia.
Son muchos los asuntos sobre los que el exrector deberá responder. Entre otros, la desaparición de $16 mil millones procedentes de matrículas cobradas en efectivo; la hipoteca de al menos 11 predios de la universidad con entidades no financieras; la liquidación de la sede en Miami; la posible desviación de dineros del convenio con el Sena, y la venta de la ficha del Uniatónoma FC. A Vargas, como a todo ciudadano, lo asiste la presunción de inocencia que consagra la Constitución. Será la justicia la que decida, conforme al material probatorio, el destino judicial del exrector, así como el de las otras nueve personas hasta ahora detenidas por hechos relacionados con la universidad. Dicho lo cual, es de la máxima importancia que el proceso se desarrolle con rigor y que, en el caso de que se demuestren las irregularidades, los responsables reciban castigos ejemplarizantes. En juego está el futuro de una institución académica por la que han pasado decenas de miles de jóvenes, los cuales no merecen que su apuesta formativa se vea enlodada por culpa de un puñado de desaprensivos. Cuando Ramsés Vagas asumió la rectoría, se presentó como el hombre probo que sacaría a la universidad del barrizal en que la dejó sumida su antecesora, Silvia Gette. Su gestión, marcada por actuaciones rayanas en la megalomanía, tuvo un desenlace tan nefasto que Gette lo está utilizando, con evidente descaro, para establecer comparaciones favorables a su periodo como rectora.
Es fundamental que todo este embrollo se aclare cuanto antes y que Uniautónoma cierre este segundo capítulo infame de su historia reciente, de modo que la rectora, Claudia Da Cunha, pueda trabajar en condiciones de normalidad para sacar adelante la recuperación de la universidad. Sería lo deseable no solo para los estudiantes, docentes y trabajadores, sino para la ciudad, que necesita instituciones académicas sólidas para proyectar su futuro.
Es fundamental que la Universidad Autónoma cierre cuanto antes este segundo capítulo infame de su historia reciente, de modo que la institución pueda regresar a la normalidad.