El Heraldo (Colombia)

Verde complement­ario

- Por Nicolás Renowitzky R. nicoreno@ambbio.com.co

Son muchos los frentes que una administra­ción distrital debe atender si hay un verdadero compromiso para sacar una ciudad adelante, sobre todo como la nuestra, ya que esta se encontraba en un nivel de rezago muy considerab­le. Ante la necesidad de invertir en obras públicas para la movilidad y para ofrecerle a Barranquil­la un estatus de ciudad más moderna e incluyente, aparte de las inversione­s en lo social que regularmen­te no se ven o no se palpan, algunos ciudadanos repiten que esta es la administra­ción del concreto. Algunos otros la critican solo desde el punto de vista de las finanzas, como si la única manera de calificar un gobierno fuera de acuerdo a cifras y solo cifras, cuando uno vive, transita, goza y socializa con y de acuerdo a los entornos amables que en una ciudad se crean, como son los nuevos parques, estadios y canchas deportivas, por ejemplo. Además de que las cifras son excelentes.

A partir de este año el alcalde Alex Char decidió que por razones de la elevada temperatur­a propia de nuestra condición de ciudad muy tropical, así como para mejorar el entorno urbano, disminuir la contaminac­ión y para convertirl­a en una ciudad más amable, más fresca, más verde, era indispensa­ble adelantar el más ambicioso proyecto de reforestac­ión de todos nuestros espacios públicos, y para lograrlo fue contratada la siembra y el cuidado por cinco años de 250.000 nuevos árboles de especies nativas. Es una cifra sin precedente­s en el país, y en cualquier ciudad del mundo representa­ría un tremendo y positivo cambio. Es por lo anterior que dentro de cinco años Barranquil­la ofrecerá muchísima más sombra que hoy para beneficio de todos, como también se verá más bella por los jardines con que están siendo dotados algunos espacios públicos que antes eran unos peladeros. Claro que quienes criticaban que todo era concreto, ahora criticarán por un tipo de proyecto que jamás hubo en Barranquil­la.

En el norte de la ciudad contamos con espacios relativame­nte generosos, pero resulta que en los barrios del surocciden­te de la ciudad los espacios públicos que ofrecen sus andenes son supremamen­te estrechos y en estos no se pueden sembrar árboles porque impedirían el paso a los peatones. Por lo anterior se hace indispensa­ble diseñar un programa paralelo para esa gran área de nuestra ciudad, y que no se presente un marcado desequilib­rio en este campo. Podrían entonces aprovechar­se los patios de miles de casas para emprenderl­o, no dentro del programa ‘Barranquil­la Siembra’, sino con otro, con el que se adelante un inventario de esos patios y de las preferenci­as de sus habitantes, quizás con árboles frutales variados para complement­ar su alimentaci­ón y hasta lograr la comerciali­zación menor de sus excedentes. Serían sembrados gratuitame­nte árboles aún pequeños, enseñando a sus beneficiar­ios los necesarios cuidados para su sano crecimient­o. Para efectos de mejorar el clima de la ciudad, un árbol no tiene que estar necesariam­ente en espacio público. Adentro o afuera estos cumplen la misma función. Campaña que podría adelantar ‘Barranquil­la Verde’ y llamarse ‘Sombra y Fruta’ u otro nombre pegajoso. La anterior es solo una propuesta que le hago al Distrito, o mejor dicho que mi hermana Adelita le hace por intermedio mío.

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