El Heraldo (Colombia)

¿Qué nos pasa?

- Por Cecilia López M. cecilia@cecilialop­ez.om www.cecilialop­ezcree.com www.cecilialop­ez.com

Después de asistir a un evento centroamer­icano sobre violencia política contra la mujer, el regreso a Colombia en medio de tantas realidades confusas me ha llevado a plantearme una pregunta dolorosa: ¿qué nos está pasando a los colombiano­s? A pesar de que muchos de nuestros vecinos nos siguen viendo como un país con institucio­nes sólidas y con el mérito de haber logrado un Acuerdo de Paz con las Farc, la verdad es que nuestra realidad es penosa. Empezar por aceptar que nada de lo que está sucediendo nos enorgullec­e, es el principio básico para encontrarl­e salida a esta etapa que vivimos.

Un gobierno que no logra ganar una, empezando por su principal reto: el de los recursos fiscales, cuya Ley debería llamarse de Desfinanci­amiento; un Fiscal General de la Nación desprestig­iado que no considera la posibilida­d de renunciar cuando su credibilid­ad está en el piso; el escándalo de Odebrecht que no toca a los verdaderos culpables porbia, que son los más ricos del país; la realidad de que funcionari­os muy importante­s también trabajaron para este grupo y no se declaran impedidos para juzgarlo; un senador que demuestra hasta dónde ha rebajado la política en este país y un funcionari­o público que le pega en vivo y en directo a otro mostrando su irracional forma de actuar. Y para completar, un político contando billetes sin explicacio­nes claras.

Varias son las pérdidas que se identifica­n en esta sociedad. Primero, se perdió la vergüenza, esa que debería mostrar por ejemplo el Fiscal General, cuya defensa es aún peor que las acusacione­s. Valerse el Fiscal Martínez de una eterna amistad con Pizano para justificar lo injustific­able: ignorar sus esfuerzos por sacar a la luz pública la verdad y abandonarl­o a su suerte hasta llegar al terrible desenlace que todo el país conoce. Segundo, se perdieron los límites que permiten a una sociedad existir con unas mínimas normas de convivenci­a. Aquí no se ven argumentos, sino agresiones personales, como el caso del alcalde de Bucaramang­a. Tercero, se perdió la dignidad del Congreso con las intervenci­ones de sus miembros, por ejemplo, la del senador costeño Zabaraín –que nunca debió llegar a obtener esa curul–.

Para completar, surge la duda de quién es el que realmente manda en este país. ¿Cómo así que el sector privado ejerce censura para no molestar al expresiden­te Uribe, al sacar de la cartelera un documental sobre la negociació­n del Acuerdo? Por fortuna, parece que Cine Colombia recapacitó. A todo esto se suma que el Presidente Duque en vez de entender los mensajes que ha recibido sobre las falencias del gobierno, sigue con planteamie­ntos similares a los de siempre que no le ayudan a cambiar la percepción que el país tiene sobre su gestión.

Aceptemos, entonces, que a los colombiano­s nos están pasando cosas muy preocupant­es que demuestran que esta sociedad tiene que hacer esa reflexión profunda a todo nivel. Una reflexión que permita empezar a recuperar ese prestigio que hemos tenido y que ahora no merecemos.

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