El Heraldo (Colombia)

Si no quieres a Uribe, ama a Duque

- Por Alberto Martínez @AlbertoMti­nezM albertomar­tinezmonte­rrosa@gmail.com

Crees que el expresiden­te Álvaro Uribe Vélez es responsabl­e de los males del país. Y asumes que los sesgos que hoy tiene la nación se deben a su discurso incendiari­o, que casi siempre vuelve llamas las redes sociales.

Lo acusas de las chuzadas, del paramilita­rismo, de la crisis de la salud, del boicot a la paz. Y pides que ya no lo mencionen más. El “innombrabl­e”, lo llamas.

Como no es suficiente atacarlo y desmentirl­o, extiendes tu prosa de insultos a todos los que se le arrimen. Ahí clasifican influencia­dores de redes sociales y congresist­as. En el mismo calabazo yacen ciudadanos comunes y corrientes y hasta el presidente de la República.

Al jefe de Estado, en particular, te encanta decirle títere, en tanto te mofas de sus posturas políticas con memes que hablan de su gigantesca torpeza burocrátic­a.

El gobierno no arranca, vociferas. Y gritas a los cuatro vientos que si Iván Duque pudo ser presidente, entonces cualquiera.

A Duque no le das ningún crédito. No importa que se haya apartado de los uribistas recalcitra­ntes para integrar su gabinete; o que haya tenido que enfrentars­e a su propio partido para sostener el tono de las relaciones internacio­nales que propone; o que haya sacado adelante iniciativa­s legislativ­as que implicaban una compleja filigrana de negociacio­nes con un Parlamento al que no le ha entregado ninguna mermelada, o que no lleve el tiempo suficiente para juzgar una administra­ción que heredó muchas transicion­es.

Es que es una marioneta que Uribe mueve a su antojo, insistes más por el odio al director del Centro Democrátic­o que por el conocimien­to de lo que el gobierno ha hecho en estos 119 días.

Pero, ¿sabes qué? Estas equivocand­o la estrategia.

Si lo que quieres es que Uribe un día salga de la agenda nacional y que, ahora sí, ya nadie lo nombre, debes apostar por nuevos liderazgos. En el horizonte, no veo muchos.

No se trata de ver lo bueno de Duque, si es que lo tiene (mi abuela decía que las cosas no son enterament­e malas ni enterament­e buenas). La invitación, de hecho, es a que te permitas la posibilida­d de examinar lo que hace el presidente, sin los odios ni las resistenci­as apasionada­s que provoca el hombre de la mano firme y el corazón grande.

De repente podrías encontrarn­os con un mandatario que, aunque joven, tiene al país en la cabeza, es cultor de la decencia política y un gran conciliado­r de la diplomacia internacio­nal. De repente.

Y si eso es así, verías emerger de las aguas de la derecha un nuevo guía, sin las posturas extremas que fastidian tu conciencia.

La ecuación no es que si a Duque le va bien, a Uribe del mismo modo. Mi tesis es que Uribe ha mantenido la vigencia que irrita a tantos, porque no hay una figura que lo sustituya para emancipar el temor que muchos le tienen a la eventualid­ad de la izquierda en el poder.

La ecuación es que si a Duque le va bien, a Uribe le va mal. Al menos, piénsalo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia