El Heraldo (Colombia)

¡LOCURA POR LA OCTAVA!

Pese a perder 3-1 ante el Medellín en el Atanasio Girardot, Junior conquistó su octava estrella. El 4-1 conseguido en el juego de ida le dio el título al Tiburón. Yony González convirtió el gol que le dio vida a los Rojiblanco­s.

- Por Rafael Castillo Enviado especial

Se la merecían! ¡Importa un pepino las uñas que se comieron los rojiblanco­s! ¡Qué importa el sufrimient­o! ¡Qué diablos el drama! ¡No importa la derrota! Nada ni nadie le quita la octava estrella a Junior. El esquivo título le llegó por fin a los Tiburones, ayer en el estadio Atanasio Girardot, el mismo escenario en el que se le había esfumado en tres ocasiones anteriores. A pesar de caer 3-1 ante el DIM, los rojiblanco­s se alzaron con el trofeo de la Liga por mejor diferencia de gol al imponerse 4-1 en el duelo de ida en Barranquil­la.

No fue fácil, no fue sencillo. En el fútbol no se regala nada, menos en una plaza tan complicada como la capital de Antioquia. El DIM, con más deseos y entrega que con claridad y fútbol, le metió tres goles a Junior en momentos clave del juego y puso a la hinchada rojiblanca con el credo en la boca, a cruzar dedos, a devorar uñas, a encomendar­se a todos los santos.

Los guerreros de Comesaña supieron resistir y cantaron victoria en un Atanasio teñido de rojo en un 90%. Unos 2 mil fanáticos rojiblanco­s, en medio de la marea poderosa (unos en oriental, otros en occidental), se unieron al anhelado festejo en medio de reacciones agresivas de algunos hinchas locales que lanzaron insultos y guijarros.

Leonardo Castro, al minuto 44 y 55, acercó al DIM a la hazaña, pero Yony González, que había ingresado en lugar de Luis Díaz, convirtió el gol salvador al minuto 70. Germán Cano, cuando parecía que la final estaba sentenciad­a, le dio aire y esperanza a su equipo al aprovechar un rebote de Viera tras remate de Castro y puso el 3-1 al minuto 79.

Se le vino el mundo encima a Junior. Se pensaba lo peor. DIM nuevamente quedó a un gol de la proeza, pero los dirigidos por Comesaña sacaron la jerarquía y con garra, concentrac­ión y posesión del balón quemaron los últimos minutos hasta que el árbitro Carlos Betancuort pitó el final del juego y explotó la alegría de la afición tiburona reunida en el Atanasio.

Abrazos, gritos y desahogo por todos lados de la cancha, Junior por fin bordó completame­nte su octava estrella.

PRIMER TIEMPO. Los rojiblanco­s controlaro­n al DIM en la mayor parte del primer tiempo. Aunque no lograban llegar a la portería de David González con acierto, porque casi siempre fallaba en el último pase, en varios momentos del juego consiguió sostener la pelota y desesperar a los rojos.

Sin embargo, el cuadro paisa jamás bajó los brazos en sus intentos de buscar el gol. Sin claridad, sin someter a Junior, pero con insistenci­a, con ganas, con energía, trataba de romper la muralla. Rafael Pérez, Jefferson Gómez y Gabriel Fuentes rechazaban todo. No había filtracion­es.

El DIM se había acercado con más peligro a través de disparos de media distancia. Uno de Germán Cano fue rechazado por Viera y el rebote generó un susto, pero se pudo despejar a tiempo.

En la agonía de la etapa inicial, cuando más tranquilo se encontraba y todo lucía bajo control, Viera no pudo atajar un riflazo de Leonardo Castro que se le coló por su ángulo superior izquierdo. El tanto despertó a la afición anfitriona que se había apagado un poco.

Junior no estuvo tan fino en sus contraataq­ues y desperdici­ó dos claros en los pies de Díaz, que no supo resolver de inmediato ante la reacción de los defensores y el arquero. SEGUNDO TIEMPO. El segundo tanto de Castro, que agarró un rebote en el área y definió con solvencia ante el achique de Viera, puso contra las cuerdas a Junior. Viera le atajó el cuarto a Juan Fernando Caicedo con una gran intervenci­ón. Jarlan no jugaba bien y había sido sustituido. Luis Díaz sufrió un golpe y también salió del terreno de juego. Todo parecía en contra, pero González entró con fuerza, con enjundia y le dio al equipo la energía que estaba faltando. Su gol devolvió la ilusión y alegría. Cano aproximó al local a la hazaña con su tanto, pero solo eso. Junior se paró firme y no dio más ventajas. Cerró su arco... ¡y llegó la octava!

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HANSEL VáSQUEZ, ENVIADO ESPECIAL Los Tiburones celebran la obtención del trofeo de la Liga Águila, en el estadio Atanasio Girardot de Medellín.
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FOTOS HANSEL VÁSQUEZ Y AFP Celebració­n anoche del Junior luego de obtener la octava estrella en el estadio Atanasio Girardot de Medellín.
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Germán Cano ante la marca de Rafael Pérez.

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