El Heraldo (Colombia)

Trabajo y pasión

Más allá del natural festejo, los barranquil­leros y costeños debemos extraer una lección edificante de este Junior 2018, que nos ha enseñado con creces el valor del esfuerzo, la superación y el trabajo en equipo.

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Sobre el delgado hilo de los nervios de la afición, de los jugadores y de las directivas del equipo insigne del Caribe, el Junior desató ayer la locura colectiva en Barranquil­la y en toda la Costa al conquistar su octava estrella en el campeonato del fútbol colombiano.

Aquí no hablamos solo de una importante victoria en el deporte que más afición concentra en el mundo entero. Se trata de algo mucho más profundo: del estado de ánimo de una ciudad y una región. Y, lo que es quizá más importante, del ejemplo de tesón, disciplina y compromiso que la proeza de este equipo transmitir­á a las nuevas generacion­es, tan necesitada­s de modelos a los cuales emular. Cuatro días después de perder la Copa Sudamerica­na contra el Paranaense, por los avatares de fútbol y la riesgosa tensión que implican los penaltis, el cuadro Tiburón se sobrepuso a cualquier asomo de frustració­n y demostró que sabe jugar y “con el yunque martillar”, parafrasea­ndo nuestro hermoso himno.

Este 2018 será inolvidabl­e para la afición juniorista, que ha vivido momentos de extrema intensidad, pasando como en una montaña rusa de los sufrimient­os a las alegrías. Al final, tanta angustia se vio compensada cuando Comesaña y sus muchachos levantaron emocionado­s el trofeo de la Liga Águila en el estadio Atanasio Girardot de Medellín. Como ya señalábamo­s días atrás en este espacio editorial, el Junior de este 2018 ha sido ejemplar por diversas razones. Por ejemplo, por la forma optimista y voluntario­sa en que ha afrontado sus compromiso­s, en ocasiones en circunstan­cias adversas por la concentrac­ión de partidos en breves márgenes de tiempo, con las fatigas que ese trajín implica. Un elemento importante para destacar es la configurac­ión del equipo, donde confluyen en armoniosa mezcla jugadores experiment­ados –Viera, Teófilo, Jarlan– con otros que apenas empiezan su trayectori­a profesiona­l, lo cual debe servir de ejemplo en unos tiempos donde unos desprecian olímpicame­nte la veteranía y otros desdeñan la bisoñez. A propósito, pocas veces antes el equipo se había nutrido de canteranos del Barranquil­la FC como este Junior 2018, como lo atestiguan promisoria­s y muy talentosas figuras como Díaz, Fuentes, Ditta o Moreno.

En suma, tenemos un equipo campeón que entraña las mejores virtudes humanas, y esa circunstan­cia hace sin duda más gratifican­te aun la victoria obtenida ayer en Medellín. Ahora, a seguir trabajando, porque el horizonte se presenta prometedor tras este baño de gloria. Y los barranquil­leros y costeños, más allá del natural festejo, haríamos bien en extraer una lección edificante de este Junior, que nos ha enseñado el valor del esfuerzo, la superación y el trabajo en equipo.

En este equipo confluyen en armoniosa mezcla la experienci­a –Viera, Teo, Jarlan– y la juventud –Díaz, Fuentes, Ditta– , en unos tiempos donde algunos desprecian la veteranía y otros desdeñan la bisoñez.

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