El ‘Metro’ vibró de sufrimiento y júbilo
El estadio Roberto Meléndez, la Plaza de la Paz y la de Soledad explotaron de alegría con el campeonato del Junior, pero antes los nervios de punta probaron la capacidad de resistencia de sus hinchas.
Como el oro, por el fuego y el calor antes de brillar. Así vivió la afición barranquillera, la rojiblanca, la del Junior campeón, el título número ocho en Colombia. Los hinchas, los fanáticos, los seguidores invadieron cada punto de la ciudad y del área metropolitana, como Soledad, en una especie de altar. Como parroquianos asistieron a un jornada con fe, optimismo, sufrimiento, angustia para finalmente vivir la explosión de alegría.
Los que asistieron al templo del fútbol, el estadio Metropolitano, fijaron su mirada en las cinco pantallas para empujar al Junior del alma. Juntaron las manos, se comieron las uñas, se agarraron la cabeza, torcieron la boca con el primer gol del Medellín. Al estadio asistieron decenas de mujeres, por cada dos hombres en promedio tres a cuatro damas desfilaban radiantes, con el color rojo destacando su belleza. También los niños, como esa mamá que aunque no vio el partido, los tuvo a su lado, comieron butifarra con gotitas de limón en la tribuna occidental. Los hinchas valientes, que soportaron un sol de atardecer en la frente en la tribuna oriental, también empujaron.
En la Plaza de Soledad, cientos de aficionados que alentaron y se agarraron los cabellos ante los ataques del DIM hasta el gol de Yony González que el volcán de júbilo explotó, que se apagó y volvió a rugir con el pitido final, y desahogar el ¡Junior campeón!