PÍLDORAS ECONÓMICAS
Un puerto confiable. La incertidumbre que infortunadamente afecta por temporadas a los terminales de la zona portuaria de Barranquilla, no se debe prolongar indefinidamente. Que si hoy se cuenta con la buena voluntad de la Ministra Orozco o si tuvimos a Lucas Jr. en Cormagdalena, son loterías temporales para los intereses y buen desempeño económico del área territorial mencionada. ¿No hay terrenos probadamente bien situados que escapen a los inconvenientes naturales que se sabe ciertamente que anualmente se van a acentuar? Sedimentaciones y otros. Hay muchos intereses que se afectan con los costos logísticos incrementados cuando los cargamentos no pueden ser descargados en la zona portuaria prevista, y deben usar los del vecindario incurriendo en un extraflete camionero. ¿Por qué no se unen y construyen otro donde no se vean afectados? Los puertos actuales hasta podrían ser accionistas si los invitan los promotores al nuevo, para seguir en su negocio y conservar la competitividad empresarial del área metropolitana de Barranquilla.
Planta en Galapa. La Hacienda La Floresta cedió parte de su área a una empresa del sector lácteo que planea establecer allí una gran planta pasteurizadora y productora de quesos, helados y demás derivados de la leche. Galapa sigue atrayendo inversiones. En la hacienda cedente, los hermanos Cepeda además de pastos para su ganadería, mantienen una plantación de maderas de eucaliptos. Negocio de paciente espera y conveniencia climática.
Aventuras empresariales venezolanas. Hace muchos años, el gobierno de Caracas remató una fábrica cementera y J.M. Ruiseco Vieira la compró para Cementos del Caribe. Años después, a su accionista controlador Argos la despojaron de su propiedad. No he escuchado que le hayan pagado a Argos el valor de su Fábrica de Cemento Andino. Me acabo de acordar cuando Monómeros, empresa de Pequiven, filial de Pedevesa, fuera adquirida por los en ese entonces ricos consocios venezolanos. Sus acciones poseídas por el IFI fueron rematadas a precio cómodo, para “salirse de Monómeros” y en vez de que un grupo familiar antioqueño se quedara con ellas, Pequiven inesperadamente ejerció su “derecho de preferencia”. Era uno de los accionistas cofundadores y las compró tan baratas como el Gobierno las estaba ofreciendo, como base para la subasta. Con un nuevo presidente interino venezolano, reconocido por el gobierno Duque ¿Será que a Monómeros le designan nuevo representante legal, un exiliado afecto al nuevo régimen? Amanecerá y veremos.
Dinero plástico golpeado. Gracias a la Ley 1943 del 2018 a las compras con tarjetas de crédito que hagan las personas naturales se les causa el impuesto del 4 x 1.000. La exoneración de ese impuesto lo mantuvieron hasta el 31 de diciembre pasado. Las “millas” para viajar con las que Credibanco Credencial, Master Card, Visa, Diners y demás emisores de tarjetas de crédito estimularon a sus clientes para fomentar el consumo, ya no serán tan gratis. El apenas ahora advertido y esta vez nada y debatido impuesto, tenderá a desestimular el uso de las tarjetas para quienes no compran a plazos ¿Sería un mico de Hacienda de último momento? Ni Asobancaria ni la Anif se dieron cuenta. Si mi contertulio del Café Juan Valdés Mario De Amato, no me enseña el texto de esa ley, hubiera seguido inadvertidamente incurriendo en ese ya injustificado impuesto. Así que estimados lectores, no más compras refinanciadas con tarjetas de crédito, solo tarjetas débito, hasta donde alcancen sus depósitos.